El Tribunal Oral Federal N° 1 de San Martín condenó a Carlos Ramón Shaller a tres años de prisión, por considerarlo "coautor penalmente responsable del delito de privación ilegal de la libertad cometida por abuso funcional" en perjuicio de Marta Silvia Querejeta, secuestrada cuando tenía 17 años y estaba embarazada de dos meses.

Además resolvió absolver al ex oficial auxiliar de la la Prefectura de Campana, Oscar Rubén Montagano de los cargos de "privación ilegal de la libertad cometida por abuso funcional, agravada por el empleo de violencia y amenazas, e imposición de tormentos agravados por ser la víctima un perseguido político".

Montagno, al escuchar el fallo.

El Tribunal integrado por los jueces Diego Barroetaveña, Marta Milloc y Héctor Sagretti, absolvió también al ex médico de la Policía bonaerense Carlos Antonio Quetglas, acusado de los delitos de "encubrimiento, en concurso ideal con incumplimiento de los deberes de funcionario público y de imposición de tormentos agravados".

Y al ex médico de la Policía bonaerense Carlos Antonio Quetglas, acusado de los delitos de "encubrimiento, en concurso ideal con incumplimiento de los deberes de funcionario público y de imposición de tormentos agravados".

Marta Querejeta fue secuestrada la noche del 3 diciembre de 1974 por un grupo fuertemente armado vestido de civil que llegó a su domicilio en Campana en un Ford Falcon, ocupado, entre otros por Montagano.

La víctima fue trasladada a la Prefectura Naval de Campana, donde fue recibida por Shaller quien ocupaba el cargo de Jefe de la sede, y quien, junto al entonces prefecto Victor Zibell y el auxiliar Montagano, comenzaron a interrogarla por su militancia en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

“Me sacaron con los ojos descubiertos, pero más o menos a esa altura (partido de Tigre) me los vendaron con un pañuelo de hombre”. En una casa la torturaron y le aplicaron golpes y picana, atada a un elástico de metal. “Te voy a meter un revólver en el culo, guerrillera de mierda”, contó que le decían sus torturadors.

Marta y su hermana, antes de ingresar al tribunal de Olivos.

“Tuve dos grandes temores en particular: perder a mi hijo y que me violaran”, recordó Marta, y que empezó a gritarles: “Estoy embarazada, estoy embarazada”. Sus verdugos no le creyeron, la insultaron más, la denigraron como mujer. Ella insistió en el grito. Hasta que le creyeron.

Después de varios días de cautiverio en distintos centros clandestinos, Querejeta fue liberada y entregada a sus padres.

Esta semana debió declarar en el juicio que forma parte de la megacusa Campo de Mayo, en la misma sala que su torturador, el auxiliar y le médico.