Bajo la conducción de Gustavo Arribas, amigo íntimo del presidente Mauricio Macri, la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) inventó una nueva figura: la ‘precausa’; es decir, que se instrumentan escuchas para “ir de pesca” y ver si aparece “algo”. Con esa facilidad se espía en la Argentina macrista a cualquier persona.

Ese artilugio inconstitucional se comenzó a usar en abril del año pasado, justo contra el antecesor de Arribas, Oscar Parrilli, para saber si se había llevado información de AFI con su salida del organismo.

Con la ‘precausa’ en la mano, la jueza María Servini de Cubría autorizó la escucha de los teléfonos del exfuncionario, , pero después de cuatro meses archivó el caso porque no encontró pruebas de nada. Finalmente, según publica Página 12, ordenó destruir todo el material recabado: audios y transcripciones.

Sin embargo, los audios de Parrilli llegaron intactos a los medios afines al Gobierno. Encima, el fiscal Ramiro González decidió impulsar una causa contra Parrilli sobre la base de las escuchas que, para Servini, no tenían relevancia y debían haber sido destruidas.

La ‘precausa’ –figura inventada, en realidad, por Antonio Jaime Stiuso– también se aplicó a las conversaciones que mantuvieron el exjefe de la AFI y la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner con la excusa de la causa Pérez Corradi.

También esas escuchas se difundieron a través de medios afines al macrismo, lo que reveló la ilegalidad de las mismas, ya que nada tenían que ver con la ‘precausa’ que les dio origen: Pérez Corradi.