Al Gobierno Nacional parece no importarle mucho que, según se ve claramente en el vídeo que trascendió en las últimas horas, el policía Luis Chocobar ejecutó por la espalda al delincuente que poco antes había apuñalado a un turista para robarle.

Incluso, en su afán de dar cobertura política a las fuerzas encargadas de la represión, parece importarle poco y nada la opinión ni los fallos de la Justicia, según lo señalara taxativamente la ministra de Seguridad Patricia Bullrich.

"Los jueces que hagan lo que quieran, nosotros como política pública vamos a ir en defensa de los policías", sostuvo la funcionaria con relación a la decisión del juez Enrique Gustavo Velázquez, quien procesó a Chocobar por “exceso en la legítima defensa”.

En declaraciones a Radio Con Vos, Bullrich aseguró que “estamos cambiando la doctrina donde se posicionaba al policía como victimario", advirtiendo que “el Presidente y desde nuestro Gobierno avalamos la acción del Chocobar".

Estos últimos dichos de Bullrich no responden a este hecho puntual (el de Chocobar) ni a ningún otro suceso aislado, sino a una posición general, de fondo, del gobierno encabezado por Mauricio Macri.

Hace unos meses, la ministra afirmaba que no iba a “tirar a un gendarme por la ventana” al referirse a las sospechas que recaían –y aún recaen– sobre Gendarmería con relación a la muerte de Santiago Maldonado.

Es que, como quedó demostrado en diciembre pasado, durante las turbulentas horas en las que se trató la reforma previsional, la rabiosa política derechista del macrismo requiere necesariamente de la represión y, por ende, de la defensa irrestricta de las fuerzas que pueden ejecutarla: Gendarmería, la Federal y las provinciales.

El Gobierno se ha empeñado en llevar a cabo una brutal transferencia de recursos desde los trabajadores hacia las grandes empresas, reduciendo salarios, precarizando aún más el trabajo, quitando subsidios directos, bajando jubilaciones y pensiones, etc.

Y ello, ese violento ajuste contra los trabajadores y el pueblo –cuya próxima embestida directa será la reforma laboral–, causa y causará una férrea oposición popular, aún a pesar de la complicidad de un importante sector de la llamada burocracia sindical encaramada en la CGT.

Las fuerzas represivas ensalzadas por el macrismo son, entonces, un factor esencial para contener y eventualmente reprimir –más allá de la ley– esa oposición y así llevar adelante su objetivo de fondo.