En 2012, un trabajador costurero ingresó con cámara oculta a un taller clandestino con cama adentro en el que 13 personas eran sometidas a la servidumbre y el hacinamiento.

Ubicado en Hubac 5673, en el barrio porteño de Mataderos, este taller en particular trabajaba exclusivamente para la firma Cheeky, propiedad de Juliana Awada, esposa del jefe de Gobierno porteño.

Sólo bajo esta situación se puede entender la falta de interés por cerrarlos (o el interés porque sigan abiertos) por parte de funcionarios del gobierno de la Ciudad que deben controlar y evitar su existencia en territorio porteño.

Sólo así puede entenderse que el propio Mauricio Macri como la vicejefa María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta nieguen la existencia de las denuncias formuladas y la existencia de los talleres clandestinos que cotidianamente cuestan la vida de decenas de personas.