Más allá de lo grave que son algunos de los artículos que Javier Milei quiere imponer con su DNU lo cierto es que el mismo tiene irregularidades insalvables.

Uno de esos requisitos es que el DNU requería la firma de los ministros y en el mismo figura efectivamente la firma de la canciller Diana Mondino, que se realizó de manera electrónica pero con el detalle de que en esa firma se asegura que la ministra se encontraba en la Ciudad de Buenos Aires cuando en realidad, según se puede comprobar en la página de Cancillería, ella estaba en París, según aseguró la senadora por Mendoza, Anabel Fernández Sagasti.

Esto es algo más que una simple irregularidad ya que la falsedad ideológica o la falsedad de un documento público es un delito.

Es decir que el DNU es fraudulento desde sus inicios, lo que debería hacer aún más difícil su aprobación por parte de ambas cámaras del Congreso.