Amalia Granata ha logrado trasladar a la política lo que le rindió tanto en el mundo de la farándula: posturas tajantes y al límite, repentización para las respuestas y un disfrute de la agresividad que la convirtieron en mediática a velocidad crucero

Pero el terreno político no hay espacio para debilidades ni medias tintas, por lo que ha generado un odio extendido en el colectivo feminista que ella carga sobre sus hombros y le ha sabido sacar jugo.

Por el contrario, Romina Manguel suele quedarse a mitad de camino, juega a periodista dispuesta a enfrentar el peor vendaval pero las críticas la despeinan, más si viene del fuego amigo.

Los insultos que recibió de las portadoras de pañuelo verde por darle espacio al discurso retrógrado y antiderechos de Granata fue más de lo que pudo soportar, y salió a pedir piedad.