“A ver qué onda”, se dijo una señorita new age que pasaba casualmente por Sarmiento al 100 luego de haber cumplido sus tareas mañaneras en una agencia de publicidad ubicada a metros de distancia.

En realidad buscaba un lugar donde almorzar, pero el sonido de altoparlantes que salía del Centro Cultural Kirchner llamó su atención o, mejor dicho, despertó su interés habitual por libros de autoayuda, reiki y cosas por el estilo.

Como nadie se lo impidió, siguió camino hasta hallar lo que primariamente estaba buscando: un opíparo almuerzo servido en mesas de las que cientos de personas tomaban sus raciones sin abonar.

Quedó maravillada ante los canapés, las bandejas bien surtidas de sushi, los minúsculos sandwichitos de jamón crudo (ella quiso creer que español), el agua mineral importada y los jugos naturales.

Comió opíparamente y quedó espléndidamente rendida ante los folletos que acompañaban los platos e invitaban a la jornada: “Retiro espiritual”, leyó embelesada la joven diplomada en aromaterapia (aunque se ganaba la vida como administrativa en la agencia).

Con la mente en blanco, obnubilada, siguió a la manada que regresaba al salón para continuar con la jornada y la sesión en la que la mayoría de los asistentes, varios cientos, parecían tener la menta tan blanca y obnubilada como ella. No lo sabía, pero la rodeaban centenares de voceros y prenseros del gobierno de Mauricio Macri.

El proyector proyectó –valga la redundancia– en pantalla gigante, con grandes letras entendibles para todos, frases que antes había leído en algunos de las decenas de libros de autoayuda que compraba y leía con voracidad. Muchos de los presentes suspiraban largamente, otros muchos expresaban interjecciones de asombro, unos pocos bostezaban…

Los responsables de la convocatoria, jerárquicos de la jefatura de Gabinete que conduce Marcos Peña, se embelesaban con las reacciones positivas que, a su entender, provocaban los claros y contundentes mensajes preparados por especialistas contratados ex profeso para la ocasión.

El retiro espiritual en el CCK era todo un éxito: “Que sea verdad”, decía una de las filminas preparadas para esta "Jornada de comunicación" preparada para ensañar a los comunicadores oficiales macristas qué se puede y qué no se debe hacer cuando se dirigen a periodistas u otro interlocutor.

Pudo haber pensado nuestra chica, que a eso de las 15.30 retornó al trabajo, satisfecha y con bastante modorra: “No sea cosa que cometan el mismo papelón que el Presidente, cuando divulgó que había hablado de soberanía con la premier inglesa…”