A nadie le gusta que le cuenten las costillas. Mucho menos si lo que roza en medio de la cuenta es la muerte.

Durante la semana surgió un contrapunto entre parte de la familia de Gustavo Cerati, puntualmente entre Benito, hijo de Cerati y coautor de algunas de las letras de las canciones que componen “Ahí vamos” y “Fuerza Natural”, los últimos dos discos solistas; con Juan Morris, periodista de la revista Rolling Stone que editó un libro biográfico del músico.

Benito Cerati habla de “falta de veracidad” y que aún “no hay nada oficial”. Agrega además, que el periodista no conoció a su papá, que nunca lo vió, y que la biografía “no está autorizada”.

Independientemente de las declaraciones del biógrafo en cuestión, que con mucha razón aclara que “Una biografía sobre un padre es algo movilizante, entiendo la incomodidad de Benito"; lo que para mí queda flotando con un aura de ruido blanco, es esa cuestión de la autorización. ¿Qué esconde una autorización? ¿El visto bueno de la familia? ¿Una “no satanización”?¿Una beatificación? No es el punto; pero particularmente tuve la posibilidad laboral de conocer a Gustavo Cerati, de verlo trabajar, de verlo ensayar y de tenerlo delante de mí cuando hablaba de sus discos solistas con Mario Pergolini en decenas de notas en Rock & Pop. Todo esto incluso antes de que Benito naciera. ¿Me habilitaría eso entonces a escribir una biografía? No se podrían escribir libros de la mitad de los personajes del mundo si fueran necesarias las autorizaciones. Quiero decir; no podríamos ninguno de nosotros hoy, escribir un libro de investigación que incluya una bio o no de Napoleón Bonaparte por ejemplo, dado que no solo no conseguiremos una autorización pertinente, ni tampoco lo conoceremos al igual que, como cuenta Benito Cerati, Juan Morris al padre del mismo Benito.

La vida artística de Cerati nos atravesó a muchos. Primero con las canciones de Soda Stereo; luego con su carrera solista y más tarde, una vez más con Soda Stereo en la Gira “Me verás volver”. Fue un artista que dejó conocer su obra como nadie. No su vida; su obra. Hacia fines de los 80´s, no dejó país en Latinoamérica por recorrer haciendo lo que nadie hacía en aquel entonces. PRENSA. Produjo cerca de 50 discos y le dio oportunidades a cientos de artistas en todo el continente. Con sus letras nos enamoramos y cortamos relaciones. Todo ocurrió muy rápido y es lógico que al día de hoy su muerte, o todo lo que tenga que ver con su vida, está aún en carne viva y tarde mucho tiempo más en cicatrizar si es que eso ocurre algún día.

No matemos al mensajero. Duele la muerte por el simple hecho que es una mierda en sí misma… esté autorizada o no.

Ojalá tengamos todos un buen fin de semana.