El rendimiento de la selección nacional en esta Copa del Mundo, como hemos escrito, corona tres años de trabajo basados en la conformación de un equipo alrededor del mejor jugador del mundo, con la base de la selección campeona juvenil de Holanda 2005 –Biglia, Garay, Zabaleta, Gago, Lío y Agüero-, y la conformación de un grupo con algunas apuestas del entrenador, que el coro de periodistas deportivos se encargó de poner en duda y cuestionar, aún con los resultados a la vista.

Los periodistas somos tipos que hablamos a partir de una idea, y que la mayoría de las veces cometemos el error de no movernos de nuestra postura. No explicamos lo que vemos, nos quejamos porque no sucede lo que pretendíamos o auguramos. Y ni la fulminante ratificación de los hechos, que refutan nuestra idea, puede con nuestra postura caprichosa. Y ahí andan algunos, en el diario, la radio y tv como el niño que hace puchero y busca consuelo en la abuela, tras el reto de los padres.

Vale la pena revisar los fundamentos con los que algunos periodistas deportivos se burlaron del entrenador, y de algunos jugadores. El caso va más allá de los panqueques que en su informe de Duro de Domar dejó en evidencia.

El columnista de C5N y relator del Fútbol para Todos, Rodolfo Cingolani, eligió por comentario antes del debut de Argentina en el Mundial estas palabras: “Madre mía, si el entrenador nos deja en manos de Romero, 'Rojito' y Fernández”. Hay que escucharlo y verlo en estos días, más enojado y preocupado en justificarse que en contar y analizar por qué Argentina llegó a la final del Mundial.

Preguntarse en radio, tv o el diario por qué es convocado Marcos Rojo, joven que se había ido del país campeón con Estudiantes, del que se recuerda un golazo a Boca en cancha de Quilmes, que actualmente se destaca en Sporting de Lisboa con cinco goles en la temporada y que figura en carpeta del Barcelona, es de ignorante.

Simplificar su caso o el de José Basanta a la zoncera de que “el entrenador lleva a sus amigos de Estudiantes”, es de semejante talante. Un entrenador de selección –sucedió con todos-, prefiere a jugadores a los que dirigió, porque los conoce futbolística y personalmente.

Es una obviedad, pasó con todos los entrenadores de la selección y sin embargo, algunos se siguen preguntando por qué sucede esto. Basanta juega en México, liga tantas veces destacada en tv y radio, pero resulta que Sabella selecciona a quien fuera elegido cinco veces como uno de los mejores defensores de ese torneo, que cuenta con altura y es polifuncional -puede jugar de central, de stopper en una línea de tres y de lateral como ante Bélgica-, y lo hace porque es amigo.

Sin tomar en cuenta el lamentable papel de algunos colegas del Grupo Clarin, que critican al entrenador porque simpatiza con este gobierno. Y quedan expuestos por la propia señal de cable TyC Sports: mientras a la mañana Marcelo Fiasche asegura en TN que “el entrenador no habla, del banco no llegan órdenes”, por la noche Souto y Rodríguez, se divierten con la cámara que le hace el seguimiento al entrenador en cada partido.

Cierta prensa hizo un lío bárbaro cuando el DT sacó a Messi a los 18 minutos del segundo tiempo ante Nigeria para cuidarlo. Dijeron que allí hubo un cortocircuito, aunque las declaraciones posteriores de Sabella y el mejor jugador del mundo, que admitieron que el cambio estaba estipulado, los hicieron quedar en orsai.

Intentaron dejar al DT como el hazme reír con el chorro que le tiró Lavezzi, cuando el país entero festejó el gesto. El llanto de Mascherano y el abrazo con Sabella después de los penales ante Holanda hablan por sí solo de cómo es la relación entre el técnico y algunos jugadores del plantel. El beso del DT a Gago cuando se enoja porque lo saca en el tiempo suplementario frente a Suiza, otro tanto.

Los periodistas somos los que generamos opinión en el público y luego nos quejamos de que “el hincha es así, no piensa, o lo hace con el corazón”. Tanto formamos opinión que los hinchas cada vez más hablan como periodistas, y nosotros, como hinchas. Como en política, no se genera conciencia crítica.

Se la pasaron diciendo que la defensa era un desastre, pero en ningún momento explicaron que un equipo con tres jugadores que no marcan a nadie (Messi, Agüero e Higuaín) y uno que apenas pasa la línea de la pelota (Di María), es obvio que va a sufrir. Los programas de fútbol no hablan de fútbol, salvo en los que hay futbolistas, claro.

Radio Nacional sumó al "Tata" Brown para comentar, el análisis del "Patrón" Bermúdez o Marcelo Espina en ESPN, o del propio Perfumo -en ambos medios-, hacen la diferencia. Basta con escuchar o leer a Latorre o Caniggia en Olé. Ni hablar del placer de De Zurda, al que critican porque Diego habla lento. ¡Poné a Fantino si querés muchas voces, todas a la vez! Dejalo a Maradona y a ese tal Víctor Hugo Morales je- hablar pausado con Zico, Bebeto, Stoichkov, Roberto Carlos. Ahí sí se habla de fútbol.

Pero ¿los periodistas? Escribieron y aseguraron que no había plan B. La lesión del ‘Kun’, la inclusión de Lavezzi y la tarea que cumplió cuando el equipo perdía la pelota, desnuda su desconocimiento, su profecía. Las variantes de Biglia y Pérez sorprendieron a algunos, que incluso debieron repasar en qué equipo juegan y en qué posiciones. Dijeron que el equipo era Messi y diez más, y ahora reconocen que fue el equipo el que llevó a Messi a la final.

Son resultadistas, menos con la selección. Son estadistas, al equipo no le convirtieron goles en los tres partidos por eliminación directa -repito: a Romero no le hicieron goles en los tres partidos en los que un gol te puede dejar sin Mundial-, pero aún no reconocen haberse equivocado en todo lo que dijeron y auguraron.

Ponen como ejemplo el fútbol de Guardiola, cuando en sus equipos, al menos nueve hombres cumplen funciones para recuperar la pelota y el que falta, Messi en aquel Barcelona por ejemplo, se queda en la mitad de la cancha justamente para atraer la marca de dos centrales rivales, que así no achican hacia adelante.

Son los mismos periodistas resultadistas, los que pedían equilibrio, que ahora se quejan porque el equipo ataca poco ¡Se la pasaron hablando de Dzeko, Shaqiri y Hazard! ¡Y de Robben! ¡Aaah cuando venga Robben!, le hicieron decir hasta al verdulero del barrio. Un día en la puerta de la redacción una señora estacionó mal el auto y bromeé: “Si te lo agarra Robben te lo mete en una maniobra”.

Vinieron Robben, Sneijder y Van Persie, y Holanda no llegó una vez al arco argentino. Perdón, en el minuto 89’ Mascherano, que lo había perdido al borde del área, cerró a Robben con lo justo en plena área chica. Y otra más: en el tiempo suplementario, el zurdo que iba a ser un cuco remató desde 20 metros un disparo que controló Romero.

Se la pasaron remarcando que Bosnia no fue rival, que tampoco lo fue Nigeria y mucho menos Irán. Alemania sufrió con Argelia pero ah “los alemanes son una roca que te aplasta”. Suiza no fue rival, Bélgica parece que tampoco, cuando antes de empezar la Copa era el cuco del torneo. Hablaban de Hazard como de un duque, lo marcaron Zabaleta y Basanta y el DT belga lo sacó porque no hizo nada. Con Holanda, Argentina, si bien a uno le gusta arriesgar un poco más, defendió de manera impecable. Neutralizó a un equipo que en cinco partidos había hecho doce goles ¡Vamos muchachos, a ustedes que tanto le gustan las estadísticas, no pueden obviar este dato!

Hay que escuchar a Closs asegurar que Holanda jugó "mejor" que Argentina ¡Un equipo que no pateó al arco casi! Nadie reclama que les guste un partido así. Lo que no se puede es negar la tensión que existe en esos partidos. Ironizar, como nuestro Hamilton, "que los partidos se ganan haciendo goles", como si Argentina no hubiera buscado el arco de enfrente. Con sus limitaciones, sí, con un Messi que no brilló, también, atado a un sistema, cierto, pero ¿no buscó el arco de enfrente? ¿Se puede asegurar que Argentina generó menos peligro que Holanda ante la evidencia de las imágenes?

Y no. Es el gataflorismo que se ve, escucha y lee sobre el curso que toman los hechos fútbolísticos, como los de política local, regional y mundial. Piden resultados, dicen: “Lo más importante es ganar, es un partido de vida o muerte”. Esto es un Mundial, una semifinal, un partido decisivo ¡Está en juego pasar a la final de la Copa en Brasil, sin Brasil! Y tampoco...

En el fútbol del planeta los partidos definitorios son todas finales. No hay espacios, es un ajedrez. Los comentaristas lo recalcan en la Champion, la UEFA, en la liga inglesa, alemana, española. Ahora, resulta que la selección nacional plantea un partido así y no les gusta ¿Les da el saber futbolero para diferenciar qué planteó Van Gaal ante los nuestros con respecto al partido frente a Costa Rica? ¿Y si algún hincha, de esos que subestimamos, esos tipos que hoy son tacheros o contadores y que jugaron al fútbol alguna vez les preguntaran qué es ajustar marcas, chocar una pared, marcar escalonado?

En este mundial se escuchó decir a un relator por tv que el mexicano Salcido, “le pegó al arco de derecha muy bien y eso que es zurdo”. Fue ante Holanda, es una barbaridad. Salcido jugó su tercer mundial, estuvo ante Argentina en 2006 y 2010 en los partidos de octavos de final ¡Salcido es tan derecho como Zabaleta, Chamot o Hernán Díaz! Cito a estos defensores porque el tipo es lateral aunque ante Holanda jugó en el medio ¡Salcido zurdo! Una barbaridad. Es como si Barone dijera que Alfonsín es del Frente Renovador.

Para este cronista, es inconcebible la sorpresa de muchos sobre el rendimiento de Enzo Pérez. Es mucho peor que como aseguró Clarin con la exclusión de Banega de la lista, ponerlo como el ejemplo del amiguismo. Bien vale una anécdota para definir lo que significa Enzo como jugador, más allá de su presente en Benfica –sondeado en estos días por Manchester y Valencia-, donde fue campeón y jugó las últimas dos finales de Copa Uefa.

Estadio Mineirao, 2009, Estudiantes acababa de coronarse campeón de América ante Cruzeiro. Bajábamos con los dos compañeros de radio Belgrano las escalinatas de un estadio ya desierto y nos cruzamos a Falcao, aquel mediocampista brasileño. Falcao comentaba para una cadena de tv local, y hablamos del partido en la tribuna. Le sugerimos a Verón como figura y el tipo negó con la cabeza. “Aquí, el crack es el 8, ese Pérez”.

Pero siempre vende más un Ramirez, brasileño, del Chelsea, que un mendocino que jugó en Estudiantes. El periodista argentino siempre estará más ocupado en ponderar al francés Matuidi que a un Biglia, al belga Kompany que a Marcos Rojo. Si hasta algunos aseguraron que Lavezzi, campeón en Nápoli y con en el PSG de Francia, que comparte cartel junto a figuras de la talla del sueco Ibrahimovic y el uruguayo Cavanni, formó parte de la lista de 23 por su buen humor.

En fin. Hay una teoría en el periodismo que dice que es más fácil estar en contra de un proceso porque a la final de un Mundial llegan dos equipo solos ¿y si sale campeón Argentina? Y bueno, te acomodás, van a estar todos festejando.

Ojalá que sí, y que ladren lo que ladren los demás, sea sólo eso, un par de perros chumbando en medio de la multitud que celebra.