(En un escenario, una barra de un bar elegante. Detrás, con una copa, un hombre maduro habla al público, como si éste fuese el barman. Es decir, un ciudadano cualquiera). Esto es un juego y hay que saberlo jugar. Uno gana lo máximo posible durante el mayor tiempo posible. ¿Y después qué pasa? ¡El que tiene más al morir, vence! Yo junté ya 25 mil millones de dólares, casi es igual a las reservas argentinas, je. Es el estilo norteamericano. ¿Quién soy? ¡Uno que hace su trabajo! Voy por una fina línea, al filo de lo legal y lo ilegal, depende del cristal con que se mire, o quizá del billete que muestres ante sus ávidos ojos. Soy un capitalista. Sigo la ley de la libre empresa. ¡Viva el mercado!

A mí me importa más el juego que los jugadores. Cada uno defiende su propio interés. Al fin y al cabo, ¿la vida no se reduce a eso? ¡Soy como tú: un codicioso! (Bebe) Lo primero que pregunto si me ofrecen un negocio es: ¿Yo qué me llevo? ¡Es el dinero lo que amo! Invierto 50 millones y no me conformo con un 300 % de ganancia, no señor. ¡Yo ambiciono un 1.500 %! Y me lo dan. Sé sincero. La mayor parte de la gente piensa como yo, aunque lo niegue. Por eso lleno los diarios con avisos de una página. Para que la gente los lea y aplauda mi trabajo ¡Para que me sienta el bueno de la película, y se identifique conmigo!

¿La pobreza? Para el F.M.I, el Banco Mundial y el BCE es un negocio. Con la excusa de erradicarla, los países les piden préstamos. Y para que puedan pagarlos, les exigen ajuste y austeridad a sus pueblos. ¡El negocio es la deuda permanente en esos países! Re endeudarlos una y otra vez. Viven del dolor ajeno. ¡Allí aparezco yo! Compro los bonos de sus deudas por monedas, cuando la losa del default les cae sobre la cabeza. ¡E incluso, me ayudan los opositores a esos gobiernos! La doble moral de la oposición es absoluta. Allí uno ve como actúan ellos. ¡No los principios morales que declaman, sino el hambre de poder que tienen cuando está en juego su subsistencia como políticos! Así gano.

El mundo ha cambiado. Y con él, varias prioridades. Yo me dedico a autodestruir empresas. Juego a ser Dios con el dinero de la gente. No construyo nada, no creo nada, y tras de mí no dejo nada más que una lluvia de papeles para cubrir el dolor. Me gusta matar a las pequeñas empresas, porque después valen más muertas que vivas. Puede ser que otros tengan razón, que liquidar empresas, o comprar bonos en default, en el futuro ya no importe, cuando en los países pobres haya  nuevos ferrocarriles, nuevas fábricas, nuevas carreteras, la demanda se dispare y el consumo no pare de crecer. (Erupta, se cubre la boca). ¿Pero crees que eso ocurrirá, mientras nosotros tengamos la manija?

Mis abogados son lobistas veloces. Estados Unidos es una nación con leyes idóneas, pero en última instancia se reducen a tecnicismos. ¿O cómo logramos que esa cláusula pari passu cambiara su sentido en menos de diez años? Sin estos tecnicismos, ¿qué nos quedaría? ¡La anarquía!  Pero hay presidentas duras. (Bebe) Una a la que buscamos echar, aún resiste las amenazas, la retención de la venta de soja y de autos, las presiones para devaluar, el ataque de medios hegemónicos. ¡Hasta a mí me resiste! Tengo una enemiga. Por eso lleno sus diarios con diatribas absurdas. Y su gente me cree. ¿Cómo llamarías a eso? Habilidad. ¿Pero sabes qué cuesta? Sacar mucho dinero del bolsillo.

Esta mujer no me obedece. Los jueces actúan según lo que piden mis abogados. Pero a ellos les ordeno yo. Exigí un “desacato” y un juez lo otorgó. ¡Sé que no sirve! Aunque los molesté. ¡Este capitalismo es la mejor arma del mundo, muchacho! Tienen razón, es frío y egoísta, sí. ¡Pero magnífico! Sólo un idiota no se da cuenta de sus posibilidades. Uno puede comprar a quien quiere. (Más bajo) Te digo algo. ¡Tengo a ese país del Sur agarrado de las pelotas y al fin deberán pagarme! ¡Y a sus periodistas y políticos los remolco con su lengua lamiéndome el culo! (Risita) Quizás viste en la tevé la película de Capra. ¿Esa en la que al honesto diputado James Stewart lo engaña en el Congreso un senador corrupto, Claude Rains? Bien, es de 1938. Aquí nada cambió.

Lo que hago es legal. Uno compra acciones, más y más. Lógica pura: suben. Y cuando tienes el control de la empresa, ¡paf!, echas a todos, la cierras y la vendes. Así ganas una fortuna. Y otro se hace cargo. La ley de supervivencia del más fuerte. ¿Has oído hablar de Darwin? ¿Y de Nietzsche? ¿No? Bueno, por algo estás aquí, sirviéndome. ¿Qué no soy un tipo agradable? Tal vez sea cierto. ¿Pero desde cuándo hay que ser agradable para tener razón? ¿Tú piensas que yo no la tengo?

Sí, soy un oportunista. Quizá la misma clase de serpiente oportunista como los otros de Wall Street. Pero más brillante. ¿Acaso no vivimos en una jungla? Comer o ser comido. Yo era niño y comprendí que me enloquecía comer. ¡Y el mejor caviar cuando puedo! ¿Todos los días? No, la rutina me aburriría. ¿Qué eres tú, latino? ¿Qué comes, fríjoles? Bravo, no comes ideales. ¿Has tratado de untar ideales en un pedazo de pan? No se puede, ¿verdad? Que los de abajo coman su pan y nos den las gracias. ¿Por qué en lugar de dejar el culo sentado en su casa no salen a ganarse la vida, como yo? ¿Te dije que me levanto a las 6? ¡No a mear! A estudiar en las pantallas las bolsas del mundo. ¡Yo, con pases de aquí a allá, gano millones antes de que tú hayas despertado!

Nunca aprendí a perder. Nadie aprende. (Bebe) ¿Dices que esa gente que trabajó en una Compañía 15 años y tiene detrás una familia, algo se merece? ¡Sí, una buena patada en el culo! Me encanta ver cómo la gente común lagrimea. Escúchame. (Bajo) Tampoco confío en ningún banquero. ¡No aceptan nada en lo que ellos no ganen! Aunque sea un centavo. Si pueden, te esquilman. A la larga, las leyes antiabsorciones quedaron en la nada. Algunos países las tienen. ¡Pero yo no entro allí!

¿Nuevas leyes en las Naciones Unidas? ¡No me hagas reír, dame otra copa! ¿124 a favor? ¡Eso no cuenta! ¿Cómo va a valer igual el voto de un país de África que el de Estados Unidos? Sí, podrán aprobar allí las leyes que quieran. Pero Obama las vetará. Y si no lo hace, todo lo que lograrán es cambiar algunas reglas. ¡Pero ninguno conseguirá detener este juego! Se llama globalización, muchacho. ¡Yo no me marcharé! A lo sumo, me adaptaré a esas nuevas reglas, vengan de donde vengan.

Y al final, mis amigos lobistas volverán a cambiarlas. ¡Y luego la Corte Suprema mirará para otro lado, y terminaré ganando! Así fue siempre y así seguirá ocurriendo. ¡La gente te chupa la sangre! Lo veo en esa fotografía mía de sus carteles: “¡Abajo el buitre!” ¿Oyes cómo gritan? Pero mi orgullo es ser un holdout. (Bebe) ¿Qué dentro de treinta años estudiarán en la universidad “la era de los buitres”? Es posible, será un halago. ¿Y los chicos se enjuagarán la boca con mi nombre al salir de la clase? A mí qué carajo me importa. ¿Entiendes? Yo no estaré aquí.

¿Qué hace ahora este país? No fabricamos más que hamburguesas, y no vendemos más que paraísos fiscales. Mira alrededor: no matarías al que entra a beberse un trago, ¿verdad? Pues yo lo mato todos los días, porque en Wall Street eso se llama “maximizar beneficios”. Y es legal, muchacho. La mayoría de los accionistas agarra sus dólares y sale corriendo. ¡Me especializo en sustituir la conciencia  por dólares! Así que no me mires con esa cara. Yo soy un legalista. ¡Viva América!

Cuando mis abogados mienten, lo hacen para protegerme. Es parte de su trabajo. Cualquier neófito debería entenderlo. Hasta tú. ¿Tienes un abogado? ¿No? Pues búscatelo. No se sabe cuándo un blanco lo va a necesitar. ¿Si he perdido? Me pasó a veces. Pero no hay que ser mal perdedor. Callo. Yo trabajo con dinero de otra gente. ¡Se lo saco! Y así aumento el mío. ¿Me entiendes? Contra mí, siempre el Gobierno retira los cargos. (Ríe) ¡No, no sé porque será! ¡Imagínatelo! A mí nadie me juzga. Me acusan, tal vez, pero mis abogados hacen que todo termine. “Por tecnicismos”. A eso lo llamo: “habilidad para hacer bien el lobby”.

¿Si yo celebro la Navidad? No, soy judío. (Ríe) ¡Pero si llegara a ser útil, la compraría también a ella! ¿No? Lo dices porque eres cristiano. (Se enoja) ¡Pero cómo es posible que en un mercado libre, en un país  llamado libre, yo no pueda comprar a la Navidad? ¡Felicitaciones! Con esas regulaciones están destruyendo el sistema capitalista. Mientras el resto del mundo lo ama (¡sí, Rusia y China también!) y el 1 % tenemos la misma riqueza que todo el 99 % restante, mis abogados no podrán hacer que yo compre la Navidad! (Jadea) Sírveme otra copa. ¿Sabes qué sucede si joden al sistema capitalista? ¡Vuelven los comunistas! O los terroristas. O como los llames. Salen de atrás de los árboles. Están ahí cerca, esperando. A la vuelta de la esquina. Pero quizás eso no te parezca tan malo a ti, que emigraste del Sur para servir bebida a otros.

¿Sabes lo que hacen primero los comunistas cuando suben al poder? ¡Encarcelan a los abogados! ¡Los mandan a Siberia! ¿Y cómo logras defenderte sin ellos? ¡Son imprescindibles! Si nadie borra del mapa a esos jodidos comunistas y terroristas árabes, lo haré yo mismo. ¡Con tu ayuda, si aceptas! (Bebe) ¿Sabes disparar? ¿No? Yo te enseñaré. ¡No sólo eso, te regalaré un arma! Y ahora veamos cómo puedo hacer que algún juez de poca monta cambie de opinión, me dé la razón… ¡y yo pueda comprar la Navidad! (Bebe voraz) ¡Basta de charla! No tengo tiempo para eso. Time is money. ¿Oyes? ¡El dinero me está llamando!

La tierra es unipolar, contamos nosotros y este libre mercado. ¿Dices que hay 83 millones de chinos paseando por el mundo? ¿En serio? ¿Y hace diez años sólo 11 millones? Subieron. Debe ser gracias a que les llevamos la Coca-Cola hace 40 años. ¡Pero casi todo el resto vive con dos dólares al día! ¿Ellos tienen la población urbana más grande del planeta? ¿De dónde sacaste eso? Ah, de los diarios. No les creas. ¡Yo les pago! A ver: “China se une comercialmente a Rusia”. ¡Maldición! Si esos comunistas viven bien, negociar con ellos me llevará a la tumba!

¿Mi vida? Monótona, sólo de negocios. ¡Es cierto, nadie entiende por qué alguien como yo, que nunca tiene nada bueno que decir de tantos otros países, le paga el sueldo a mucha gente de esos lejanos lugares! Por mis abogados. ¡Son como bombas atómicas! Pero sirven para que todos den brincos. Excepto los accionistas. Una mañana se levantan y no saben qué sucedió. Como en una empresa de un país de tu región.  Daba ganancias, sí. Pero la cerré. ¡De un día para el otro! ¡Todos a la calle! Tú sabes que aquí en Estados Unidos no existe indemnización.

Nosotros no prevemos garantías al echarlos a ustedes, los empleados. Se vende y ya está. (Bebe) Y el comprador trae su propia gente. Pero allá sí había indemnización. Entonces dije que había quebrado. ¡Y no le pagué un puto centavo a nadie! Así que los accionistas me llamaban asustados. Les pedí que se tranquilizaran. Yo les quito el dinero a los pobres, para dárselo a los ricos. No soy Robin Hood. A lo sumo, seré Hood Robin. Y se calmaron, je, je. ¡Porque soy uno de esos tipos que planea primero los funerales, y después consigue los putos cadáveres!

¿Educación? Este país tiene 150 millones de pobres, o de gente que no llega a fin de mes. ¿Tienes un celular? ¡Pues claro! Todos tienen su celular. Pero aquí la gente no sabe leer, no sabe escribir. Estados Unidos está lleno de analfabetos. ¿Quién necesita educación mientras podamos reventar al mundo? ¡Existen once guerras ahora! Y en ellas está metido este país, de una forma u otra. ¡El ganador se lleva todo!

Eso es lo que hago. (Risita). Oye. ¿Cuál es mi obligación? Hacer más ricos a los accionistas. Y a mí, uno de los grandes. Los empleos es un asunto de quien administra, no mío. Si algo no reporta beneficios, hay que cerrarlo. Este bar, por ejemplo. Su dueño ganará dinero, ¿no es cierto? Bien, tú no lo sabes, pero gana. Lo sé, porque yo soy el dueño.

Eres mi empleado y no te conocía… no conozco a casi ninguno de mis empleados, no me interesa hacerlo. ¿Sabes? No confío en los demás hombres más allá de mi nariz. Voy por la vida a mi manera, haciendo mi propio mundo. ¡Rechazo lo de “buitre”! No me gustan las etiquetas. ¿Cómo me veo? Como un… ¡mago! De lo poco, extraigo mucho. No es mercantilismo, muchacho. ¡Es sabiduría! Deberían alabarme y no insultarme. (Bebe) Te doy un ejemplo. ¡De arte no sé nada y tampoco me importa! Hace años compré una casa, llamé a mis abogados y les dije: “Mándenme diez metros de pintura de colores surtidos”. Y un día mis paredes se cubrieron con Rembrandt, Turner, Van Gogh, Picasso.

¡Muchos cuadros, no los conté! ¿Y sabes qué, muchacho? He vendido ayer el Turner: 80 millones de dólares. Yo lo pagué doce. ¿Qué si uno tiene dinero es fácil? No creas. Hace falta audacia. ¿Buenos asesores, dices? Te lo acepto. No, no me sirvas más, no seas amable conmigo. No estoy acostumbrado a eso, y me haría sentir doblemente mal. ¡Yo no seré mañana el protector de tu trabajo! ¿Igualdad ante la ley? ¿De qué hablas? El capital es la ley. ¿Cómo va a pesar más el poder de la gente que el de una corporación? ¡No me hagas reír! ¿En qué mundo vives? ¡Sácate las anteojeras, muchacho! La globalización es mi reina.

Porque el poder es impunidad, dice Maquiavelo. (Ríe) ¿Si es un actor? ¡Claro, y valioso para esta época! ¿Qué pasó con el espíritu de ayuda mutua de la gente? Pues no lo sé. Es problema de ellos, no mío. Cada uno debe lograr su propio paracaídas. ¿Qué murmuras? ¡Nadie tiene obligación con los empleados! ¿Por qué preocuparse por ellos? ¡Ellos nunca se preocuparon por los accionistas! No existe un reparto “más justo” de la riqueza. El que tiene, tiene. Y el que no, mala suerte. ¿Esa gente que duerme en la calle? Lo siento, es un maldito daño colateral. ¿Que no me importa que crezca el paro aquí y uno de cada seis niños corra peligro de indigencia? Esa es tarea del Estado. O de sus padres. Por algo la salud en nuestro país se paga. Nada es gratis en esta vida. Oh, no te entiendo. ¡Tú me hablas de personas y yo hablo de dinero!

¿El resto del mundo? Es nuestra colonia. Todos deberán someterse a nuestros jueces. Aunque sus fallos les parezcan usurarios. ¡Lee! ¡Lee este diario de otro país! Lo dicen sus propios periodistas: “Los fallos deben cumplirse”. ¿Leíste? Eso es hacer justicia. En ese paisito que me hostiga, compré a los periodistas que recalcan que perdieron una década. ¿Puedes creerlo? ¡Y a los de la radio y la tevé! ¡Son míos!

Las corporaciones debemos colonizar la mente del colonizado, para que vea la realidad con nuestros mismos ojos. ¡Éste es mi ideal de Justicia! Y eso debe aceptar la gente, si no espera quedar afuera del mercado. Sin ofenderte, los pobres me parecen una plaga, pero no podemos exterminarlos, hacen trabajos que los demás no haríamos. Deberían arrodillarse ante nuestros jueces y besarles los pies, como en la Antigüedad. ¡Aunque el juez sea viejo y tenga los pies sucios!

¿Tú has leído la Biblia? ¿En un hotel? ¡Bien, eres un tipo religioso! En un versículo…a Salomón creo, le besan los pies como juez. Si bien él manda que torturen y maten al reo, ése no es aquí el punto. ¡Justicia, muchacho! Nada de gobiernos elegidos para imponer programas de economía favorables a las mayorías. ¡Las minorías somos lo esencial! La batalla cultural la ganamos  (quienes tenemos los dólares) cuando cayó el Muro de Berlín. Fue: “El fin de la Historia”. Y los de “aquí” nos robamos el petróleo de “allá”. La próxima vez iremos por el agua. Del Sur. Será nuestra. Y tus hijos quizá vuelvan a ser esclavos. Lo siento, chico. Lincoln también era republicano. ¡Invadiremos tu país de nuevo!

¿Qué así llevamos al mundo al borde de un desastre apocalíptico? Oh muchacho, debería despedirte. Pero no lo haré, mezclas bien. (Bebe) ¡El neoliberalismo no es un sistema enfermo, goza de buena salud! Y no existe la soberanía de otros, me gusta arrasarla, voltear gobiernos. El mundo debe hacer lo que le ordenamos, o sufrirá castigos. Siempre se subordinó a Washington. No veo por qué no debería hacerlo ahora.

Me gusta usar la toga de juez. Sin hacer alarde ni ponérmela encima. (Ríe) ¿Quieres un ejemplo? Compré por centavos las acciones de una empresa quebrada y las vendí a 23 dólares. La cerré y ese Obama dio algo para que una parte siga abierta. Gracias a mí se perdieron 25.000 empleos. ¡Menos gente para ser mantenida por los accionistas! Si me llamas halcón no me ofendes, me agrada. (Tambalea) Es ser igual al águila que simboliza al país. ¡Se lanza sobre su presa y la deshace! Pero también soy filántropo, dono dinero. En el espejo veo que unos somos hombres, y otros proyectos de esclavos. ¿Quién reirá último?

No deseo tener parte de un mercado en caída. ¡Me llevaría a la ruina! ¡Yo quiero que la gente piense que merezco el puto Premio Nobel de la Paz! ¿No se lo dieron a Kissinger y a Obama, que se han cansado de matar gente en todo el planeta? Yo también tengo derecho a tener uno, ¿eh? No soy peor que ellos. Sin duda, ellos son peores que yo.  Los agentes de publicidad sirven para eso. No podré comprar nunca la Navidad, de acuerdo, pero quizás mi dinero pueda lograr que me den el Nobel. (Borracho) Las finanzas son hoy todo. ¡Para esto no existen seguramente reglas! El globo está mejor así. ¡Me gusta vencer al país que no merece perder! Yo gozo más. ¡Revienta cuando uno lo decide!

No soy el mejor amigo de los accionistas. ¡Soy su único amigo! Ellos compran acciones para ganar dinero, ¿eh, muchacho? Ésa es la razón por la que la gente compra acciones. Si cierro una compañía o hago juicio por unos bonos, toman su dinero y compran bonos de otro país, o de otra compañía que siembra soja o fabrica algo. Es probable que tengan suerte, ayuden a la economía, surjan nuevos empleos y con suerte embolsen unos dólares. ¿Sabes…? Estoy un poco… mareado.

¡Oye muchacho, me falta el aire! ¡Dame aquella pastilla, yo no puedo alcanzarla! ¡Me estoy muriendo! (La traga. Pausa) No sé decir gracias, pero me salvaste la vida. Hazme acordar para que te den un aumento. Dicen que en los funerales de los ricos hay siempre mucha gente, pero nadie que recuerde algo bueno del muerto. Pero te aseguro que de mi funeral los accionistas se irán con una sonrisa y unos cuantos dólares en sus bolsillos. ¡Te haré mandar unas acciones! No te irás a tu casa en bancarrota, te lo prometo. Porque siempre supe invertir. Por eso mi funeral merecerá la pena. O quizás, no. (Melancólico) Enséñame hoy,  muchacho del Sur, cómo haces para atenderme con tu sonrisa latina y esa dicha de vivir que ya te envidio. No me dejes partir sin enseñarme.

OSCURO