Es muy frecuente leer y escuchar la alternativa de mercado o estado. En muchos casos esta alternativa va unida a la exaltación del mercado y a la denostación del estado. El mercado sería lo bueno y el estado lo ineficiente, lo que traba el funcionamiento pleno del mercado cuando no lo asociado a la corrupción.

Así un precio que establece el mercado sería el correcto, lo natural, sin importar si ese precio es justo, o es el que mejor contribuye al desarrollo o a la más equitativa distribución de la riqueza.

Si las opciones son mercado o estado cabe preguntarse ¿qué mercado? Porque existen distintos tipos de mercado.  En la historia las sociedades se organizaron de formas diferentes y en casi todas ellas incluyeron  los mercados, pero hasta la aparición del capitalismo en ninguna de ellas los mercados controlaron y regularon la entera vida social. Por lo tanto cuando se habla de la dicotomía mercado-estado se está refiriendo a un particular tipo de mercado que se caracteriza por  ser autoregulado, es decir no estar condicionado por otras  instituciones ni otros valores que no sean los propios del mercado.

En casi todas las sociedades existieron mercados, pero ellos estaban regulados por normas de distinto orden, bien sea por reglas que fijaba el poder político, por regulaciones del poder religioso, por normas éticas o por conceptos de justicia que estaban por encima de los mecanismos de mercado. También por prácticas sociales que tendían a preservar los recursos en el largo plazo. En esas sociedades no se podría ni siquiera concebir la pretensión de  los fondos buitres, es decir  un grupo de individuos que intentan obtener ganancias exorbitantes que no provienen de su trabajo ni de su contribución a la sociedad

Por lo tanto el planteo real es mercados autoregulados o mercados regulados por instituciones sociales.

En realidad la denominación de mercados autoregulados no es del todo exacta, porque daría la sensación de que esos mercados se regulan solos por una especie de mecanismo interno cuando, en realidad, no son regulados por instituciones sociales exógenas al mercado sino por los actores del mismo mercado que generan persistentemente condiciones de actores dominantes.

Esta concepción del mercado no solo eliminó los conceptos de equidad en los mercados tradicionales de bienes y servicios sino que incluyó en ese mecanismo a lo que estaba fuera de la comercialización. La idea de un mercado de trabajo autoregulado es una pretensión que solo fue mitigada por una larga lucha de los asalariados y que todavía está vigente en muchas de las ideologías actuales.

También es asombroso (si no fuera porque estamos tan acostumbrados a ello que lo hemos naturalizado) el concepto de un mercado del dinero, ya que no se trata de un bien ni de un servicio y  no tiene costo de producción.

La creencia de que el Estado es lo antagónico al mercado y al sistema capitalista no se condice con la realidad histórica. El mayor desarrollo de los mercados autoregulados es contemporáneo con el fortalecimiento de los estados nacionales. De hecho los mercados, en cualquiera de las acepciones que se pretendan encuadrar no pueden funcionar sin la participación del Estado que garanticen la vigencia del derecho, y el mantenimiento del orden. Por otra parte el Estado al generar  inevitablemente diferencias económicas mediante el régimen fiscal, la distribución de los recursos y las prioridades y ubicaciones físicas de las obras de infraestructura  crea las condiciones para el establecimiento  de monopolios u oligopolios inherentes al régimen de mercado autoregulado..

La alternativa real no es mercado o Estado sino por un lado la alternativa de una sociedad donde la vida social, institucional, cultural va a ser regida enteramente por los mercados y que estos serán  regulados por los propios actores del mismo y por sus mismos principios o por el otro lado una sociedad donde, obviamente, existirán los mercados pero ellos operarán dentro de las reglas que le fije la sociedad.

Un caso concreto es el del dólar. La alternativa real no es si el tipo de cambio lo debe establecer el  mercado o el Estado. Las opciones son si el tipo de cambio lo fijarán los grandes operadores en función de sus intereses particulares en combinación con muchos pequeños jugadores (que siempre son una minoría si consideramos la población total) o si el mercado del dólar estará regulado teniendo en cuenta el nivel de reservas existentes en cada momento, la atención de las  importaciones necesarias para mantener en marcha a la industria y el pago de los compromisos externos.