Caía la tarde del domingo y el votante de dieciséis años y primera vez, dijo que le temía a la derrota. No hay que tener miedo, dijimos. Perder no te hace peor que los demás, depende del resto y se supera. El pibe lo decía con la pasión sin remedio del entusiasmo juvenil, y la infantil enfermedad de vencer siempre. De la que aún no podía estar curado.

En la edad adolescente uno se reinventa día tras día: con los amigos, con los amores, con el estudio, con el trabajo. Ahora, con el voto. Sin benevolencia, le sugerimos que tenía la fortuna de ejercer algo que a nosotros nos costó décadas. “No derrumbes tus ilusiones de cambio”, señalamos. Porque somos de esos que no terminan de matar al pibe que llevan dentro. Al iluso lleno de otro sinfín de ilusos, que no están.

Votar es un rito, da vida a un Gobierno: el silencioso polvo enamorado del que nace la democracia. O algo que se parece a ella. No vamos a fingir que suponemos al reinado de los ricos (la plutocracia mundial) la democracia anhelada. Pero se la divisa. Votar es un libro abierto y no fetichista. Antes, hay que analizar. No sólo las palabras del candidato.

Historia, gestos, colaboradores en la lista. Si pierde (o luego engaña al votante) uno debe dominar viril su decepción y rabia, aunque ella es el salvoconducto para hacer mejor las cosas. Mañana. Sobre todo, si la rabia es la de los disconformes, de los vulnerables, y los muy jóvenes.

Nosotros guardamos dentro un hambre ardiente de igualdad social. El pibe parecía querer vivir todo, asumir la vida antes de poder vivir nada.

Votar fue tu acto de libertad, dijimos, una honesta revuelta interior. Y a partir de ahora, tendrás otras ocasiones de reinventar tus candidatos y tus lealtades. Conocerás con tus compañeros la bella esperanza de la presencia. O como nosotros, la tristeza de una ausencia: la de Néstor.

Había jugado su primera carta. Secreta. Dentro de él nació un latido: ser ciudadano. Nuevo. Confió que esperaba ganar, para tener en dos años el Plan Progresar. Le pedimos que hable con quienes lo tienen y salgan a defenderlo. Nadie debe creer que lo actual ya lo tiene seguro.

Se puso a discutir un votante que construye con el Plan Procrear y nos dijo que lo debía a su esfuerzo, no al ANSES. Dijimos: y a los jubilados que, para ayudarlo, resignan más aumentos. Por eso pagará sólo el 10 % de interés en cinco años. Y en otro banco pagaría el 80 %. Ninguna generación tuvo su ventaja. Mejor valore este modelo, sea agradecido.

EN LA C.A.B.A.

¡Qué alegría la del Partido Mediático! Al fin un día no kirchnerista, no peronista ni progresista. Ganó el PRO las Paso en todas las comunas. ¿Alguien duda que la ciudad sea conservadora? “La Razón”, con su habitual apego al PRO, tituló en tapa que el FPV logró el 12 %. Falaz mentirita: promedió un 19 %. Y en 8 comunas, superó amplio el 20 %.

Recalde zafó. La Cámpora le tiró una brasa ardiente. Si alguien creía que la gente votaría su “gestión” (sigue en alza en Aerolíneas y fue el único que rechazó hace años una coima de 5 millones de dólares y lo denunció, algo que ningún macrista iguala) CFK se jugó por él y quizá, como en 2014, erró. Nadie vota gestión. La del PRO es insignificante.

Hay candidatos travestidos de eficientes, que excluyen. Recalde no los desnudó ni marcó fervoroso, como Cristina, la inclusión en el proyecto.

¿Por qué no visita varios hospitales y puntualiza su deficiente estado? ¿Por qué no hace asambleas en las villas, en barrios medios donde el PRO superó el 40 % -Lugano, Mataderos, Barracas, Chacarita, Flores- narra qué pasó en 2001 y luego, y que sin esta gestión serán un cero? ¿O sube a subtes y ve las escaleras paradas o demoras de 8’ entre un tren y otro, cuando deberían ser de 3´? Así todos viajan como ganado.

Los errores son humanos. Le pasó a Kirchner con Cobos y Lousteau. Néstor erró, por no oír a Gardel y un tango: “No avives giles, que se te vuelven en contra”. Martín Insaurralde fue otro. Un paseante del FPV a Massa, luego a Scioli. Los conversos son inestables. En esta C.A.B.A votan por odio. A Cristina y al progreso de la “negrada”. Sobre todo, si vive cerca, en la villa. El macrismo lo intuye y nunca les promete nada.

A los de abajo. Pero jura a la clase media que aunque su prosperidad la debe al Gobierno Nacional, la va a mantener. Falacia piadosa. Sus planes la arrastrarán al abismo, si gobierna el país. Mudo, les sugiere según “Qué vachaché”, aquel tango de Discépolo: “¿Pero no ves, gilito embanderado, que la razón la tiene el de más guita?” La ideología que vendría con el PRO, sería la devaluación: adiós a los viajes al exterior.

Estos votantes delivery antes respaldaron a la dictadura y Cavallo. Les espera el mismo final, si son empresarios de pymes: quebrar en masa.

El genio de Discépolo: “¡Tirate al río! No embromés con tu conciencia. ¿Te creés que al mundo lo vas a arreglar vos? ¿Qué vachaché? ¡Hoy ya murió el criterio! Vale Jesús lo mismo que el ladrón”. Mire las Paso.

Decía Jonathan Swift: “No se puede convencer a alguien de algo de lo que no se lo persuadió antes”. Perón aconsejaba persuadir. Ahora, del derecho a la igualdad.  Recalde deberá usar la convicción de su padre. Abrirles los ojos a votantes jóvenes. Aunque pierda. Luego, hablamos.

Votar a opositores es perder todo. Clinton: “Es la economía, estúpido”. ¿A qué viene? En 1948 las encuestas eran demoledoras, nadie votaría en EE.UU la reelección del presidente Truman. Sorpresa: ganó. A él le preguntaron por qué. Dijo irónico: “Nadie votó por mí, salvo el pueblo”.

EN EL PAÍS

Si la oposición gana en octubre será porque a la política la ensuciaron. Quizás el lector se ofenda. Es que tenemos cierta habilidad para decir lo correcto, en el momento justo, a las personas equivocadas. ¿Acaso no está sucia? Pero pensamos que vencerá nuestra igualdad poética.

El pueblo unido hace la historia, no los medios burgueses que en lugar de informar, deforman con su hipocresía para defender esos intereses económicos espurios. Hoy, pueblitos del interior renacen. Con trenes.

El énfasis popularizado en programas de televisión que lo critican todo sin proponer nada (con políticos que postulan derogar lo aprobado por el Congreso en votaciones democráticas, sin que a los periodistas les parezca aberrante y ni siquiera repregunten) se multiplica desde que arribó el kirchnerismo. Por miedo a que ese proyecto triunfe de nuevo.

Luego de estas Paso, algo quedó claro: la ultraderecha y la izquierda (con sólo 5 %) unieron fuerzas contra la continuidad de este proyecto.

De uno u otro modo, asumirían la austeridad como plan futuro. Porque muchos votantes tienen su cerebro embotado. Por los medios. Donde salvo tres, son de derecha. E insisten en defender a las corporaciones, subir tarifas, quitar aranceles a empresas, irse del Mercosur y del Alba.

La perestroika peronista se nutrió de la traidora revisión thatcherista y pequeño burguesa de los ´90, cambiando su ideología. Eso lo arrastró hacia la derecha mediante el menemismo y las copias obsecuentes en diversas provincias. Fueron contrarrevolucionarios que envenenaron a la gente dos décadas. El neoperonismo de los K rescató las banderas.

Pero de 100 votantes jóvenes, 80 aún no distinguen entre derecha e inclusión. Ignoran a las 200 obras de este Gobierno. Vale remarcarlo, pues los bailecitos distraen. Mañana votarán sin saber por qué, o qué les causará. Parte de la juventud no vivió la crisis de 2001. No valora lo hecho. Cristina lo dijo: “Hicimos mucho más de lo que hemos dicho”.

Ciertos hacedores de fracasos, con maximalistas declaraciones en los medios, primero estimularon “golpes” de corporaciones empresariales y financieras. Hoy piensan congelar el gasto público y anular derechos ganados en la década. Si baja el consumo, ¿a qué público le venderán esas 85.000 nuevas empresas industriales que nacieron desde 2003?

La austeridad, -lo sabe cualquiera que vivió esta Historia en los últimos 40 años en Latinoamérica o la Argentina- sería loco suicidio. Es lo que pretenden. Volver a repartir de abajo hacia arriba. Devaluar. Quitar las retenciones. Cercenar los planes de ayuda social. Poner más riqueza, en los bolsillos de los ricos. Sin consumo habrá despidos, no empleos.

Porque la elite neoliberal siempre fue depredadora. Desde los años del Gral. Roca se apropió de la tierra y la producción, explotó a la mayoría de los trabajadores, enriqueció a los sindicalistas traidores a sus bases y evitó hacer cierta imprescindible contribución solidaria a la sociedad.

Pocos entienden por qué Eva Perón afirmaba “ya no hay lugar para el colonialismo económico”. Sabía que desde 1875 hasta 1945, durante 70 años, los peones trabajaban casi gratis en el campo, por su casa y comida. Incluso, conformes. Lo vivió. No iban al colegio, ni conocían otra cosa. Aunque no existía el colonialismo africano –francés, inglés, alemán, holandés, belga- con esclavos locales, usaban a la peonada. Cuando Perón aumentó el salario (en 1946) de $ 10 a $ 150, todos los terratenientes se negaron a pagarlo. Y a dar un día libre a sus peones.

Eluden pagar impuestos y sólo toleran abonar salarios ínfimos (“¿Qué es eso de las paritarias”. gritó el “asesor” J.L. Espert en la tele, quizás añorando las cadenas previas a la Revolución Francesa). O esconden dinero en el exterior. Victimizan al pueblo. Además, se enojan y tildan de “cepo” al control de divisas. Existe en todos los países. “¿Por qué debo probar de dónde saqué el dinero?”, soltó enojado algún famoso.

En más de un país no periférico, esta frase le costaría cara. Ejemplo: en Francia hoy nadie puede depositar más de 5 mil euros en efectivo, sin que el Estado averigüe de dónde los sacó. Si no lo aclara, incluso en su amado EE.UU. va a la prisión con ambas piernas encadenadas.

“La Justicia es como una corrida de toros: el toro está allí para que se luzca el torero”. O sea, el fiscal. Esta cita de “El conde de Montecristo” (Alejandro Dumas) intentó probarla Nisman. El toro era la Presidenta y su torero, él. Pero al torero los Servicios le fallaron y acabó suicidado con su propia espada. ¿Y el toro? Salió indemne. Otros creen ser los toreros para ella. Dicen que saldrán de esta Tercera Recesión mundial (van 8 años) ganando más dinero. ¿Y sus empleados? Menos, lógico.

Economistas Don Nadie, juran que la controlada inflación y la apertura a nuevas inversiones chinas y rusas, con este tipo de cambio flotante, son instrumentos. No objetivos a cumplir. Lo aseveran los voceros de derecha en sus medios gráficos y la tele. ¿Sabrán más que Keynes? Le erran. Nuevos acuerdos, nuevo modelo global, nueva oportunidad.

Una Asociación Estratégica Integral a la que el tiempo le dará la razón.

Hemos padecido sus balbuceos cuando han gobernado. Nos llenaron de miseria y pobreza. Su incredulidad y rencor ante las conquistas del Gobierno, resulta pasmosa. No es algo muy venturoso para este país.

Más bien, da pavor. Y su infinito sermoneo tendiente a bajar el “costo argentino” (léase salarios) y disminuir los derechos adquiridos, tiene la sonoridad de un clarinete. Golpea en los oídos, como un largo silbido.

Dijo el sindicalista alemán Michael Sommer que “pronto votarán a un caballo”. Le han hecho caso en Santa Fe: el 28 % lo hizo por el actor Del Sel, un misógino que se envanece por ser rico, insulta grosero a la Presidenta (¿qué haría si alguien le larga ese brulote a su mujer o a su hija?) y manifiesta que “achicar el Estado es agrandar el país”: la frase mascota de Martínez de Hoz. Acota: “Estoy aprendiendo”. ¿De quién?

¿De Videla y la dictadura? Tenía su razón Mario Fortuna (excepcional  actor cómico y dramático a cuya familia conocimos) que en el teatro de revistas, el cine y la radio evidenció un talento del que Del Sel carece. Su personaje “El ñato Desiderio” aconsejaba: “Garrá los libros que no muerden”. Les vendría bien a tantos políticos que pululan en el país y refrendan esa tesis del caballo. Somos, de nuevo, temibles pioneros.

Los candidatos similares (no vacilan en burlarse de las embarazadas, las madres con Asignación Universal y otros planes, a quienes titulan “vagas”) ignoran que la austeridad es doblemente peligrosa: no sólo el país entrará en una crisis y en la hiperinflación que proclamaron en el Hotel Alvear asesores económicos (110 % anual prevén estos genios) sino que su carácter asocial sumirá a otra gente en la nueva pobreza.

Aquí en el Sur, su idea no asombra. Si vence la Restauración y el país coloca su riqueza en los bolsillos errados (de los especuladores y sus herederos, como predijo Thomas Piketty) volverá a la gris hecatombe.

Desde Roosevelt, presidente de EE. UU (entre 1933-45) medio mundo sabe que las crisis se combaten con los planes keynesianos, como los aplicados por el kirchnerismo apoyados por dos premios Nobel: Stiglitz y Krugman. ¿En qué consisten? Dar trabajo; así, producir el consumo.

Ello necesita imperioso del Estado: es quien más trabajo y viviendas ha provisto en estos doce años. Las provincias se ataron a ese carro.

Los planes sociales, lo entiende hoy un niño, son la protección mínima que brinda el Estado para proteger un futuro mejor. Para las mayorías.

Otros sueñan vivir en su isla –dentro del país- y que el resto sobreviva en una balsa. Exprimirlo. Hace años que solicitamos bajar el IVA, este impuesto regresivo al pobre. Debería ser como en España: tres formas y diferencial; superreduido: 4 % para alimentos de primera necesidad y medicamentos; reducido, 10 % para el resto de productos alimenticios y construcción de nuevas viviendas; y general: 21 %, para los demás.

Si ellos pueden controlarlo, nosotros también. Aquí los de abajo pagan la crisis desde los 90´con el IVA del 21 % obra de Míster Cavallo. Y los de arriba, festejan. Lo cobran, pero buscan no abonarlo. Además, son xenófobos y alegan la supuesta “grieta”, si algo roza sus intereses. Su ideal es la no-grieta menemista; llenar sus arcas: hambre a los demás.

Para ello, basta y sobra su ruin insistencia en pagar a los buitres y al 7 % que no entró en los canjes; perder esos 15 mil millones de dólares, obligaría al país a pedir préstamos al FMI para no caer en default. Y a seguir sus reglas: “ajustar” salarios, jubilaciones, salud, educación. El ideal de Del Sel: achicar el Estado. ¡Buen futuro le espera a Santa Fe!

Lo irónico es que el cómico y sus imitadores de otros partidos evitaron los debates políticos sobre qué proyectos tienen: qué harían mañana. El votante no lo exige. Los votó por la sonrisa e ignora sus propuestas. Una sana medida: si conocieran sus planes, comenzarían los infartos.

Por eso sonríe el “peronismo” mentiroso de los que alguna vez usaron ese nombre para juntar votos: Menem, Duhalde, Bonasso, De la Sota, Macri, Reutemann. Derecha e izquierda. Y en voz baja, odian a Perón.

Se sabe: en el mundo el pensamiento racional está a punto de expirar. La crisis hoy sigue en el exterior: 60 % de desocupados en Grecia, 40 % (6 millones) en España, 35 % en Italia, 25 % en el Reino Unido. Ya Alemania sufre crisis, pero la disimulan. En Berlín hay quejas, huelgas.

¿Qué lección puede dar a los países periféricos la Unión Europea? La crueldad de sus 28 socios: Merkel, Rajoy, Renzi, Cameron, Hollande…

Hoy por las redes sociales, hablan orgullosos de su progreso histórico. Siglo XIX: en “Los tres mosqueteros” (del mismo Alejandro Dumas) la acción transcurre en el siglo XVII, pero Milady de Winter lleva tatuada en el hombro la flor de lis de las prostitutas. Siglo XV al XIX: los negros (marcados) son trasladados de África a América. De 60 millones, sólo 12 millones llegan vivos. A trabajar, ya esclavos. Siglo XX: a los judíos les tatúan un número en el brazo y el nazismo elimina a 6 millones. En el siglo XXI los israelíes bombardean a los palestinos y Marine Le Pen sacó ahora el 26 % de votos aplaudiendo a los nazis. ¿Qué progreso?

Tienen aquí imitadores: reducción a la servidumbre en talleres textiles. De bolivianos y niños. Dos criaturas murieron ahora. La inspección del gobierno de la ciudad sigue ausente: encerrados, esclavos y en negro, mientras los shoppings pagan poco y por prenda. Los billetes danzan, ¿a qué bolsillo irán? Es la misma gente que ataca “digna” a La Salada.

Con el voto, uno le dice al político lo que espera. La prueba de su valía llega cuando aporta la oportunidad de obtenerlo. Ahí revela que uno le importa. Esto hizo el kirchnerismo –y aún falta- sorprendiendo a todos.

Lo que dice aquí la oposición es exagerado. Sin duda, lo exagerado es siempre insignificante. Votantes masoquistas buscan repetir eso que la mayoría padeció hace 40 años; o 20. Quizá lo consigan. Su ceguera lo merece. Medios visuales los aturden, sus mentes ya no dan para más.

Atención. La elección logra fácil lo que de otro modo sería difícil: borrar a un proyecto. Lo hace en silencio, con anuencia “democrática”. Dado  que fracasaron “golpes blandos”, otro presidente subiría con un “relevo ordenado”, aplaudido por la derecha vernácula. Al asumir, diría: serviré al pueblo argentino. Pero cuanto hará es servir a otro poder: el fáctico.

Exhibe el Partido Mediático su pericia para el suicidio asistido. Ubica la píldora no en la boca de la gente; en su mano: el voto. Se suicida sola.

Nadie les matará con un arma. Votando mal, se arruinarán. Perdiendo el trabajo, el auto, la casa. E ilusiones. ¿No quieren aprender? La vida siempre da sorpresas. Si la oposición gana, prepárense para algunas. Muy duras. Por crédulos. Previsores, vayan pagando su propio ataúd.

Olvide el ficticio deber de ser feliz, cada día, en todas partes. Sea más crítico. El leal intelectual es quien alerta a la gente sobre esos peligros.

Sólo por fe. El intelectual es, para los políticos, casi un paria. Decía en la juventud un amigo, Facundo Cabral –autodidacta de original cultura, olvidado tras morir- que ser conocido es sólo “un bullicio momentáneo” pero “el pan es del que lo necesita”. Bello. Y la política debe realizarlo.

Pero cierta gente politizada que declara ser de izquierda y otras veces progresista, sigue un axioma paradojal: insiste en desear el progreso y niega que el kirchnerismo haya hecho algo bueno en 12 años. Por ello, uno perdió varios amigos. Conserva, orgulloso, a todos sus enemigos.

Porque así como André Malraux encontró en su unión con De Gaulle a un Napoleón que no precisó ser vencido para triunfar, descubrimos en Néstor y en Cristina a un Perón que no necesitó estar vivo para marcar el sentido de la historia posterior. Cristina amplió la huella. Y continúa.