Vivimos momentos de mucha convulsión. De movilización y atención. De alerta. Pero sobre todo de organización y militancia. Falta casi nada para el primer balotaje presidencial en la historia de nuestro país y, por primera vez, la derecha puede llegar al poder mediante el voto popular. Creemos que este hecho inobjetable, de una trascendencia histórica inusitada, merece que reflexionemos, saliéndonos de la mera enumeración de las múltiples bondades del proyecto nacional, popular y democrático iniciado en 2003, como así también de la crítica certera, argumentada y factual de las innumerables atrocidades cometidas por los representantes de la Alianza Cambiemos y de las que podrían cometer en caso de llegar al gobierno nacional, muchas que, además, ya están anunciando.

Es necesario pensar cómo es posible que un representante de los poderes fácticos y concentrados, de la derecha más recalcitrante y mitrista, pueda llegar a la presidencia de la nación, luego de 12 años de transformaciones profundas, sustanciales. Para ello es crucial buscar en cuáles pueden haber sido nuestros errores, así como los aciertos de los grupos de poder, para que lo impensado para muchos antes del 25 de octubre de este año, sea algo posible para casi todos luego del 22 de noviembre.

Una primera lectura rápida nos remite a una idea central del padre del neoliberalismo contemporáneo, Milton Friedman. Este economista de la Escuela de Chicago sostenía que: “sólo una crisis -real o percibida- da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que ésa ha de ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se vuelva políticamente inevitable” (Capitalism and Freedom; 1962). Nadie mejor que Eduardo Galeano para describir, breve y contundentemente, el rol de Friedman en Latinoamérica: “Las teorías de Milton Friedman le dieron el Premio Nobel; a Chile le dieron el General Pinochet” (Días y noches de amor y de guerra; 1983). Y a nosotros nos dejó la dictadura del 76, los 30 mil desaparecidos, más de 400 bebés apropiados, la neoliberalización del Estado y, como corolario, el estallido del 2001. Pero hoy, uno de los asesores económicos de Mauricio Macri, discípulo de Friedman formado por él en la Escuela de Chicago, sin el más mínimo prurito nos dice que: "La verdadera historia es si hacemos el ajuste planeado o a los golpes" (Miguel Ángel Broda, Julio de 2015).

Y allí estamos parados hoy, frente al abismo de que lo políticamente imposible termine por ser inevitable. Ante esta situación, novedosa para la Argentina democrática, donde la derecha puede llegar a ser gobierno a través del voto popular y no mediante las armas, es imposible no volvernos a los tiempos de la colonización de América, y revisar la figura de Malinalli Tenépatl o "La Malinche". Mujer náhuatl del Golfo de México que desempeñó un rol crucial durante la conquista española del Imperio Azteca. Fue La Malinche quien sirvió de intérprete (hablaba maya y náhuatl, que era el lenguaje de los aztecas), guía y amante de Hernán Cortés. Como así también fue intermediaria entre él y los pobladores locales para dominarlos y masacrarlos. Si bien su figura es un tanto controversial, y en los últimos tiempos el movimiento feminista mexicano la ha revisitado positivamente, se suele hacer referencia a ella como una traidora y se la asocia a todas aquellas personas con tendencias a preferir lo foráneo o extranjero antes que lo nacional. Así, el malinchismo es un término peyorativo que los mexicanos utilizan para denostar a quienes ponen su mirada -y atención- hacia el país de norte, principal nación hospedadora del imperio (hoy corporativo y transnacional) conquistador del sistema mundo de los últimos dos siglos.

Nos referimos aquí al malinchismo como una vieja estrategia de control y dominación de las poblaciones. Fue puesta en marcha por los imperios coloniales para mantener divididas a las diferentes etnias conquistadas desde el siglo XVI en adelante. Debemos destacar aquí el rol que cumplieron las ciencias sociales, en especial la antropología, en tanto particular estudio de “los otros”. Fue la inteligencia naval americana la que contó, entre sus más calificados analistas, con Margaret Mead y su marido de entonces, Gregory Bateson, Kluckhomn Clyde y especialmente Ruth Benedict que estudió, como aplicada etnógrafa, en los campos de concentración de japoneses radicados en EE.UU., quienes después del “sospechoso” ataque a Pearl Harbour fueron allí recluidos. Fruto de esta investigación surge un valioso documento de inteligencia y luego clásico libro de la antropología cultural, El crisantemo y la espada; que fue el manual de operaciones con el que contó el Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas, General Douglas MacArthur, para el control de inteligencia de la población japonesa durante la ocupación. Acompañan hoy la psicología conductista, cognitivista y las neurociencias que han sido y siguen siendo un frente de investigación en diversas y prestigiosas Universidades como Stanford. No olvidemos que su rectora fue Condoleezza Rice, la misma que el 13 de mayo de 2005, como Secretaria de Estado en un despacho de la agencia de noticias AP prometió resistir lo que calificó como el crecimiento del populismo antidemocrático de América Latina. Además, el Centro Columbus de la Universidad de Sussex, el Tavistock Institute de Londres y diversas fundaciones como la Heritage, la RAND Corporation, la Fundación Rockefeller, la Carnegie Institution, y otras financiadas actualmente por numerosos nidos buitres y diversas Agencias de la National Security Agency, entre ellas la CIA, las que no dejan de investigar técnicas conductuales de control poblacional.

Luego de que el 7 de julio de 1986 se conociera accidentalmente un documento secreto denominado: Silent Weapons for Quiet Wars: An Introductory Programing Manual, manual de operaciones en el que se proponía el control de las masas mediante la manipulación de la información, los pasatiempos, la educación y las tendencias políticas de la gente, se supo que el mismo estaba directamente vinculado al Polyce Comittee of the Bilderberg Group, doctrina fijada en la reunión inaugural de 1954 de dicho grupo, que representa al núcleo duro de la República Corporativa Global. Vale mencionar al pasar que Goldman Sachs, poseedor del 16% de las acciones del Grupo Clarín, forma parte de la mesa chica del Grupo Bilderberg. Allí, se destacaba, además, la revolución “tranquila” que enfrentara a un hermano contra otro y desviara la atención del público sobre lo que sucedía en la realidad. Ver al respecto la brillante síntesis sobre las 10 técnicas de manipulación mediática de masas realizada por Sylvain Timsit (http://www.cubadebate.cu/opinion/2010/09/15/noam-chomsky-y-las-10-estrategias-de-manipulacion-mediatica/).

Pero volvamos al eje de La Malinche. De lo que se trata es de re-enfrentar, dividir, quebrar la conciencia de clase y la identidad de los sectores populares, a fin de mantener el control operacional de los intereses coloniales de ayer o de la República Corporativa Global de hoy. Esta necesita crear lo que los norteamericanos denominan "democracias normales", es decir normalmente asujetadas a los intereses de los sectores dominantes como los del Grupo Bilderberg, entre otros.

En todo el mundo este desclasamiento ya esta en marcha, posibilitando los múltiples quiebres existentes en el campo popular. En los centros urbanos, cada vez más complejos, confluyen sin pausa los mestizajes configurando dinámicas estratigrafías que interpelan nuestra capacidad de comprensión-acción de las diferentes maneras que tuvieron y tienen nuestros pueblos para mantenerse como tales. Conservando o recreando con profunda lucidez sus identidades ó siendo finalmente normalizados como productos básicos para el mantenimiento de la República Corporativa Global. Es decir, demolidos como pueblo y producidos como masas o multitudes de consumidores que consumiendo consumen sus memorias y pierden sus raíces.

Bien, al punto: desde 1945 en la Argentina no han podido conseguirlo, a pesar de múltiples intentos realizados contra el campo popular. Por el contrario, lograron la consolidación épica y resistente, al menos hasta la instalación de la dominación empresarial genocida administrada por las Fuerzas Armadas de ocupación. La desocupación, el hambre, el sometimiento, la desaparición social de las clases populares fue el campo donde actuaron los agentes de la Inteligencia Corporativa; generando enfrentamientos, violencias de todo tipo, desintegrando familias e instalando la droga, con precisión quirúrgica en villas y asentamientos.

Esta gran masa de desesperados se constituyó en el terreno sobre el que operó y opera la malinchización. Asustaron a las "dulces e inocentes" clase medias, profundizando el odio raigal a lo popular. Por primera vez en nuestro país lograron intoxicar, mediante los oligopolios mediáticos y otras operaciones claramente diseñadas, la conciencia nacional y popular, logrando malinchizar hasta sectores sindicales de siempre dudosa lealtad a sus trabajadores. No se llegó desde el Estado a comprender la magnitud, densidad y malignidad de este proceso de desclasamiento que se había alcanzado en 2001. Se careció de una verdadera política de inteligencia para neutralizar un campo miserablemente fertilizado por aquellos que consideran que el pueblo -o populismo- son rémoras de un pasado que para ellos, en la instalación de su “mundo feliz”, debe definitivamente ser exterminado.

La militancia debe profundizar el conocimiento y el manejo de esta nueva y peligrosa realidad que hoy lograron instalar, aunque no con el éxito esperado en nuestra patria. Queremos terminar esperanzados con una frase de Monseñor Jorge Novak, fallecido Padre Obispo de Quilmes, en su clase magistral en la Universidad de Lomas de Zamora, el 26 de marzo de 1985, donde expresó: “Comprendí entonces cabalmente… que la historia tiene una superficie engañosa y una profundidad lacerante. Comprendí que sólo quien desciende decididamente a bucear en los abismos del dolor provocado en la historia por la injusticia y la prepotencia para compartirlo y regenerarlo adquiere en plenitud creciente su propia dimensión humana”.

Patria sí, Macri no.

La nota fue escrita con la colaboración de Arturo Emilio Sala, Licenciado en Cs. Antropológicas (FFyL-UBA) y consultor internacional en prognosis estratégica. Juan Emilio Sala es Doctor en Cs. Biológicas (FCEN-UBA), Investigador Asistente del CONICET y docente de Filosofía de la Ciencia (UNPSJB). Arturo y Juan son padre e hijo.