Con la reunión de San José, la CELAC celebrará su cuarta cumbre anual, si contamos su cónclave inaugural -Caracas, diciembre de 2011-, y los encuentros de Santiago de Chile y La Habana -enero de 2013 y 2014, respectivamente-. Será, entonces, momento de comenzar a balancear la actualidad del organismo regional más amplio de América Latina y el Caribe -33 países miembros-, con la experiencia acumulada de estos años, y su vinculación con las otras instancias de la región y el mundo.

 

La reunión estará marcada por una importante novedad política: la búsqueda de normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, tema abierto en diciembre del año pasado con la liberación de presos y reforzado durante este mes con la reunión bilateral en la isla. Este tópico atraerá buena parte de las ponencias de los diversos presidentes, visto y considerando que el principio de acuerdo fue saludado por todo el espectro político-ideológico de la región. Se hará hincapié en la necesidad de que finalice el bloqueo económico que aún existe sobre la isla, para lo cual Obama ha pedido recientemente el apoyo del Congreso norteamericano, a fin de poder avanzar en el tema durante este año.

 

Otro punto de importancia tiene que ver con la reciente reunión China-CELAC en Beijing, donde el anfitrión Xi Jinping afirmó que su país destinará unos 250.000 millones de dólares en los próximos diez años para invertir en América Latina, con el canal interoceánico de Nicaragua como “punta de lanza”. El acercamiento del bloque con el gigante asiático será otro tema a tratar, visto y considerando las oportunidades que esta relación ofrece al continente en momentos donde los precios internacionales de algunas commodities importantes para la economía latinoamericana se encuentran en baja. Existe acuerdo de todos los miembros de la CELAC en solidificar los lazos con el país oriental, en momentos donde éste aporta gran liquidez al comercio internacional.

 

¿Y el futuro de la CELAC? El canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, manifestó que durante la presidencia pro témpore de su país, el organismo tendrá cuatro ejes de desarrollo: la reducción de la pobreza extrema; la instauración de una nueva arquitectura financiera internacional; el desarrollo de la ciencia y la tecnología; y la infraestructura vial, productiva y energética. Como se ve, en todas ellas hay decisiones a tomar por los Jefes de Estado de la región -particularmente en la temática de la nueva arquitectura financiera, y el aporte que se pueda hacer desde nuestros países, algo que también fue trabajado en la reciente cumbre de Unasur en Quito-.

 

La tarea de Ecuador será repotenciar una herramienta cuyo “trabajo cotidiano” depende mucho de quien la conduzca temporalmente, y de sus iniciativas concretas. En ese sentido, teniendo en cuenta el aporte sustancial del país gobernado por Rafael Correa a la Unasur -que incluso tiene su sede en Quito, donde actualmente reside su secretario general, Samper-, es posible un ritmo de trabajo diferente, más audaz, al que Costa Rica -a su manera- pudo aportar durante 2015. Será cuestión de ver la manera de complementar los esfuerzos que insume Unasur a la política exterior ecuatoriana con este nuevo desafío, para que ambas herramientas puedan funcionar adecuadamente, estimulando asimismo los cuatro ejes de desarrollo que Ecuador ha propuesto.