Una de las noticias de la semana fue, sin duda, la bomba en el cementerio de la Recoleta en la tumba de Ramón Falcón, el principal enemigo público de los anarquistas allá por ¡1909!, muerto justamente por una molotov que estalló en su carruaje. 

Pero hoy en 2018 todavía hay gente encriptada en el pasado. "Anarquistas" con celular y Whatsapp en un mundo globalizado, que parecen no querer salir de lo que le dicen las canciones de Flema. Parecen no darse cuenta que la autodestrucción pasó de moda.

Conozco mucho el punk, desde mi adolescencia hasta recorrer muchísimos escenarios del país con Asesinos Cereales, banda con la que toqué más de seis años. Los conozco a todos. Muchas de esas giras barriales fueron hechas con Superuva, con Juan Ledesma, el baterista asesinado por estos mismos "anarko punks".

Ahora salió a la luz que vivían todos juntos en una casa tomada en Pavón 2345, donde también detuvieron a dos cómplices del asesinato de Juan: un chico que debería estar vivo.

Los anarko bombers, a los que le explotó la bomba en la mano literal, se manifestaban apolíticos, anti sistema, pero no se dieron cuenta que los que les cantaron esos mensajes sí estaban dentro de él. 

El mundo avanza y hay que saber cómo avanzar con él. Hoy revolución es tener conciencia social y organizarse, hoy revolución es militar contra el hambre, hoy revolución es pelear cara a cara con la derecha y el fascismo, hoy revolución está muy lejos de lo que hicieron estos muchachos, que terminan siendo funcionales al discurso de los fachos y de los poderosos.