Oímos asombrados la Orden Ejecutiva de Obama sobre la “amenaza extraordinaria para EE.UU y la democracia” del continente por parte de Venezuela. Los comentarios olvidan a la historia, gran maestra. Es útil decir que el buitre mecenas de los republicanos, Singer, y un senador, lograron incluir a la Presidenta entre los “peligrosos”, basándose en la absurda nota de una revista brasileña, “Veja”. Sin fuente que merezca crédito. Luego seis países, incluido EE.UU., hicieron un pacto nuclear con el ambiguo Irán. Por lo tanto, nada de lo acusado era o es creíble. El peligro, según Israel, lo constituye la futura energía atómica de Irán. Oculta que será fácil hallarla con los métodos de detección de EE.UU.

Lo novedoso frente al acoso de EE.UU. al país chavista fue la reacción mundial, pidiendo que el Imperio proceda de acuerdo a las normas del derecho internacional, respetando el buen juicio y una actitud pacífica entre los Estados. Coincidieron varios países de América, África, Asia y parte de Europa en rechazar la injerencia en la autodeterminación de los pueblos. Y a raíz de los principios de igualdad y soberanía, le han pedido al presidente Obama la derogatoria y revocación de esa Orden.

Si bien ningún empresario estadounidense exigió esa Orden Ejecutiva –pues la restricción a la exportación de petróleo venezolano resultaría onerosa para sus finanzas- ni los thinktanks de Washinghon la habían sugerido-, en el pasado esas Ordenes iniciaron guerras e invasiones. Lo opuesto es el fin –aparente- del bloqueo a Cuba. ¿Qué se planea?

En primer lugar, el Reino Unido aprovechó dicho argumento y acusó a la Argentina de “amenazarlo” con otra invasión a las islas Malvinas. Su CMI (Complejo Militar Industrial) subió ese presupuesto a 400 millones de libras anuales, que con el reciente hallazgo de petróleo, queda ante los ojos de aquel pueblo amante de una reina, justificado. Posee allí la OTAN su mayor base y controla el acceso al Estrecho de Magallanes. Aclaremos: no le cuesta nada, ya que por licencias para pescar en las 200 millas que nos pertenecen (pero domina) recauda 1.000 millones de dólares anuales. Ahora, su extracción de petróleo, podría destruir nuestra riqueza ictícola. Otro regalo, herencia de una dictadura cuya impunidad continúa, con fallos que envían a los criminales a su casa. En tanto, los capellanes castrenses que sugerían matar con vuelos de la muerte (según el represor Jorge Vildoza, jefe en la ESMA y piloto de los vuelos, testifica su apropiado hijo, Javier) murieron o dan misa hoy.

El “temor” inglés lo reprodujeron medios hegemónicos de la Argentina, con títulos catástrofe. Es sabido que lo que realiza nuestro gobierno es narrado con el pronombre “ellos”, como si no representara al país. No informan los medios quienes serían los “nosotros”. Aunque está claro: aquellos que poseen el poder, la plutocracia que gobierna el planeta, bajo un disfraz de democracia. Como recordará el lector, Aristófanes, hace casi 2500 años, satirizó en su comedia “Pluto” a los corruptos a quienes los dioses elegían para poseer la riqueza: siempre los peores.

La excusa del autor era que al dios de la riqueza lo había cegado otro, Zeus, su envidioso tío, a menudo lejano a los justos (quienes trabajan sin progresar) y siempre rodeado por estafadores y demagogos, que entonces tenían las arcas de la poderosa Atenas al borde de la ruina. Lo que sufre actualmente Grecia (y sufrirá) ya fue escrito. Con talento.

No cabe duda de que Aristófanes avisa qué pasará en la Argentina si este modelo no es refrendado en las urnas en octubre. Retornando al extraño Obama (sin duda un títere del Pentágono y del Departamento de Estado, como todos los presidentes previos) existe una razón para la emisión de esa Orden Ejecutiva: curarse en salud ante la chance de un juicio posterior. Teme repetir la patética odisea de Richard Nixon.

Tener que renunciar o someterse a juicio por proceder ilegalmente. Es que la Constitución de los EE. UU. establece, sobre las acciones en el frente externo, algo ignorado. Un secreto que le develaremos al final.

Pero aquí, el espacio donde convive feliz la mayoría de los argentinos es plural, nadie resigna principios ni acciones de ayer, busca fortalecer para construir. No sobre diferencias, sino a partir de las coincidencias.

Elegimos ese bando de los malditos, el de las víctimas de un sistema inmisericorde, para denunciar los desaciertos de esta globalización de injusticia social y ruindad moral. Grita quien narra “Al este del paraíso” (de 1952): "¡Al diablo este podrido siglo! ¡Cerrémoslo como si fuese un libro, y sigamos leyendo!". Esa notable novela del premio Nobel John Steinbeck  transcurre en Salinas, la ciudad de California en donde no encontramos un libro suyo. No era casualidad. Ya muerto, lo odiaba la mayoría de sus habitantes por demostrar sus canalladas en otra obra maestra llamada “Viñas de ira” (1937), que leímos a nuestros 15 años y jamás olvidamos, como tampoco el film de John Ford (1940) basado en el libro, que le procuró otro Oscar al mejor director. ¿Qué revelaba?

A gente que en la Depresión pierde sus parcelas en Ohio y viaja hasta California a recoger las cosechas y vivir pobremente. Iluminó las duras tinieblas en la que habita la condición humana. La catarsis de ese viaje hacia un lugar lejano y hacia dentro de uno. Algunos muy deprimidos y otros integrando la estirpe de los rebeldes peregrinos, en busca de sí mismos. Muchos militantes luchan hoy por todos los demás contra el conformismo y la degradación de la que somos víctimas, por parte de una oposición impiadosa. Los jóvenes argentinos lo advierten. Créalo.

Si bien el mundo sabe que nuestra región procura unirse en el ALBA y el Banco del Sur, ello inquieta a ciertos países: Colombia, Perú y quizá otro, Chile, donde aún reproducen videos del ex presidente Sebastián Piñera elogiando al asesino Pinochet. E inquieta al sometido México.

Europa tilda de “nacionalista” o “populista” a la región donde se unen Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador y Bolivia, porque su idea sobre el nacionalismo sigue basada en el fascismo y el nazismo. Carecen de conocimiento sobre nuestro nacionalismo. Prefieren decirse “liberales”.

Memoremos por qué surge en América el nacionalismo en el siglo XIX. Para no hablar de Argentina, elijamos algún país: por ejemplo, México.

Sin duda, EE.UU conocerá la célebre frase de Benito Juárez, indígena descalzo que llegó a ser abogado, gobernador y luego presidente de México entre 1858 y 1872, enfrentando numerosas luchas internas y externas. Nacido bajo el dominio español, desconocía el significado de dos palabras: “patria” y “libertad”. Despreciado por su color de piel, el deseo de aprender lo llevó a ser educado por los jesuitas: veían en él a un casi sacerdote. Era siempre el mejor alumno. Leía sin cesar y se enamoró de una belleza, hija de un italiano rico, con pretendientes de rango. Ella al principio se burló de él: un indio. Luego, lo admiró. Muy terco, dejó a esa Iglesia obsecuente del poder y eligió otra ruta: la de la libertad. Similar a tantos “cabecitas negras” argentinos destacados por su sabiduría. El ejemplo fue un eminente médico, Ramón Carrillo. Quien escribe lo considera uno de los mayores genios que dio el país.

El movimiento independentista de México se inició como el de aquí, en 1810. Ejecutaron a sus líderes durante años. La libertad se declaró en 1821, pero los españoles la admitieron sólo cuando falleció Fernando VII, en 1836. Juárez se casó con su amada, y en Oaxaca comenzó la carrera como abogado, defendiendo a los más pobres. Ascendió de a poco en la política, como pretende Máximo Kirchner. Y al tener poder, dictó leyes de una dimensión desconocida para su época: separación de la Iglesia del Estado, la libertad de prensa, la reforma agraria, y la sumisión del ejército a la autoridad política. Como presidente, soportó la guerra de Reforma (1858-60) y el rechazo conservador a su ideario “liberal” (en el sentido progresista). Luego el exilio, la cárcel, la traición.

Cuando no pudo pagar la deuda externa, arribó la usual extorsión de los fuertes: Inglaterra, España y Francia. A las dos primeras, consiguió convencerlas de que pagaría, y partieron. Pero no Francia; unida a los cipayos conservadores les invadió con un gran ejército y en 1864 logró imponer al archiduque Maximiliano como Emperador de México (1864-67). Juárez, todavía presidente, comandó la resistencia, hasta fusilar a Maximiliano en 1867. Así recuperó México su independencia. Pero ese país, ya desunido, atrajo la traición del general Porfirio Díaz, antes su aliado. Lo acusó falaz de dictador (a instancias de los terratenientes), por querer dar la tierra al trabajador. Paradójicamente, al morir Juárez en 1872, Díaz era el dictador. Rico. Y lo sería por treinta y cinco años.

Si bien Díaz dijo que odiaba besarles los pies a los “gringos”, EE.UU lo utilizó para anular las medidas distributivas de Juárez. EE.UU no tolera en su “patio trasero” la reforma agraria. Díaz calló: obreros cruzaban la frontera para trabajar por sueldos miserables. Como ahora. Allí surgió la ironía obediente de Díaz: “Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. Opuestamente, en el presente, las políticas de justicia social que implementó Juárez nadie las olvidó. Como las de Perón en el siglo XX. O las de los Kirchner. La frase célebre de Juárez fue otra: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Esto debería recordar EE.UU antes de amenazar a Venezuela.

Casi medio siglo después otro indígena humillado, Emiliano Zapata, se rebeló en la Revolución Mexicana (1910) asumiendo “La tierra es para quien la trabaja” (frase que retomó Perón) y la regresó a los indígenas, a quienes se las habían quitado. Abrió escuelas. Y otro indio, el traidor general Huerta, pactó con EE.UU, asesinó al presidente Madero, tomó el poder. Luego moriría protegido: en EE.UU. A Zapata (que no aceptó las prebendas de Madero) lo asesinaron  por orden de otro presidente, Carranza. Aunque su aliado Pancho Villa: “Se usa primero ésta –decía señalando la cabeza- y luego éstos- tomándose los testículos”, antes un ladrón, luchó contra la derecha terrateniente. Y también abrió una escuela. Su proyecto de ayudar al pobre terminó: lo mataron en 1923.

Siguieron dictaduras y falsos demócratas aliados de los terratenientes y un partido, el PRI, que ganó durante más de 50 años las elecciones, sin cambiar casi nada. Hasta Cantinflas –gran cómico, socialmente de pura conducta ética - fustigó a los funcionarios en sus films. ¿Y ahora? Aseguró el escritor Juan Villoro este 22 de marzo: “En México hay una superficie de desarrollo. Y luego un México soterrado, profundo, un México de injusticia, de desigualdad y de represión”. Ya hemos escrito sobre los 10 mil desaparecidos en estos 2 años. Súmele los nuevos 43 estudiantes de Iguala. Si EE.UU bloqueó a Cuba durante 53 años para evitar dar la tierra a quien la trabaja, no lo tolerará en ningún otro país.

América Latina fabrica héroes. Recuerde a esos olvidados de México: Juárez, Zapata y Villa. El pensamiento de éste lo recogió John Reed (muerto luego, tras la Revolución Rusa de 1917) en un apasionante libro: “México insurgente”. Allí reveló la justicia social que buscó Villa.

Es la misma de la Venezuela chavista: era analfabeta y hoy casi no lo es; el 48 % vivía bajo el nivel de pobreza y bajó al 27 %. Falta camino a recorrer. Pero EE.UU ansía robar su petróleo. Es la razón de la farsa teatral del Imperio, montada para convencer a ciertos ingenuos latinos.

Cuídese, si calla ante las injusticias, o vota contra su propio pueblo. La desolación en el planeta es cada vez más oscura. Hace días, en 2015, Obama decretó que se paguen los días que un trabajador falta por una enfermedad. O por problemas de salud familiares. Ese derecho rige en Argentina…¡desde 1947! Gracias a Perón. Pero muchos, ni lo valoran. Como a las paritarias: 12 seguidas. Antes, desde 1974, sólo hubo tres.

En los medios brasileños y argentinos censuran a nuestra Presidenta. Sin piedad. “El País” español es aún peor. Tienen un 60 % de jóvenes sin trabajo, un 27 % de paro, su presidente con una imagen positiva de sólo 15 %, la deuda externa impagable por cinco generaciones (de dos billones de dólares) y creen poseer el secreto de la vaca atada. Nunca miran la viga en el ojo propio. Y aplauden al neoliberalismo. Igual que los medios de aquí. Sus títulos sobre Argentina, aterran: “La inflación ya se hizo insoportable”, “El gasto público está fuera de control”, “Esto es puro populismo”, “El intervencionismo está matando a la inversión privada”, “Avasallan al Banco Central”, “Fraguan las estadísticas”, etc.

¿Algún medio valoró la idea para que dos millones de personas, en los últimos seis años, se inscribieran en el plan Fines y terminaran así la escuela, primera o secundaria? No. De ellas se recibieron 550.000. ¿O elogió las 48 leyes sancionadas a favor de los trabajadores? Ninguno.

Argentina es similar a México: el 90 % de la tierra lo posee el 10 % de la gente. A quien escribe, su nota en un diario en 2009 sobre la falacia del paro agrario por retenciones, le valió amenazas de muerte. Quizá porque la terminó con la cita de Lenin: “Donde hay libertad para hacer lo que se quiere, no hay Estado”. ¿Se aplica al paro del 31 de marzo?

Hicieron paro el 31 de marzo para no pagar $ 60 ganando $ 15.000. Y lo que no se valora, lo paga uno, o luego sus hijos. Parece que aquí la población olvidó el 2001. De su voto depende o no su regreso. Por ello Steinbeck escribió en “Viñas de ira” sobre los bancos y los financistas: "Desde sus escritorios, nos partieron en dos buscando una utilidad". Y en cualquier momento, con la devaluación que preparan, nos partirán. No bastará con un pacto sobre precios y salarios. Será sólo la careta.

Si el lector ignora las colas por comida en España, podemos mostrarle diez fotos de varias regiones sufrientes, donde ocurre. De norte a sur. Tal vez no sepa que la edad para conseguir empleo para los mayores y jóvenes (el paro de éstos suma 6 millones) descendió de 35 años a 30. ¿Y luego? Mendigar, robar o suicidarse. Lo cual realizan muchos.

Escribimos antes que revelaríamos un secreto. En el film “Citizenfour” (2014, de Laura Poitras, Oscar 2015 al Mejor Documental) se exhibe paso a paso el heroico devenir (en tiempo real) de Edward Snowden, ex agente de la CIA del más alto nivel, con acceso a los ultrasecretos.

Él narra la vigilancia de la NSA de mails y llamadas telefónicas de mil millones de personas de todo el mundo (en 2011, hoy a millones más) en apenas diez segundos. Por supuesto, también de las empresas e industrias que pueden competir con las de EE.UU. Tal vez, de aquella amante del recorte salarial, Techint. No la citan, pero debe figurar allí.

Porque compite. Snowden revela que si bien los drones que escuchan al planeta se controlan desde una base en Alemania (España ya tiene tres; la de la CIA en Argentina la echó Perón en 1974 y en la dictadura regresó) también analizan las conversaciones de su socia alemana, la canciller Merkel. Igual que las de Dilma, presidenta de Brasil. Y otros.

Lo real es que la vapuleada palabra “libertad” ya no existe, y actuales generaciones la reemplazaron por “privacidad”. La colaboración con la NSA de: Microsoft, Google, Yahoo, Hotmail y compañías telefónicas, demuestra que la CIA y el FBI de EE.UU., controlan a todo el planeta.

Pero a mucha gente la intrusión en la privacidad –mediante Facebook, twitter, tarjetas de crédito y débito, mensajes que abre en su correo, la misma tarjeta Sube y el famoso ojo eléctrico que próximamente ha de reconocer los rostros de los 7.200 millones de habitantes de la Tierra- le preocupa aún menos. Entrega cada día su libertad al Gran Hermano y ríe sobre ello. No hará falta hacer algo censurable para ser detenido.

A Snowden (hoy asilado político en Rusia pero siempre en el filo de la navaja, pues carece de pasaporte y pueden no renovarle ese asilo) lo acusan en EE.UU. de tres cargos, bajo una vieja Ley de Espionaje de la Segunda Guerra. En el film un vocero de la Casa Blanca afirma que si es juzgado, tendrá “todos los derechos”. Otra falacia. Los abogados de Derechos Humanos informan que con esa ley, alguien que pase un dato (sin cobrar dinero) juzgado “inconstitucional o que atente contra los ciudadanos”, puede ser condenado a la pena que un juez decida.

Algo similar a lo que hacen el gobierno de EE.UU y su Poder Judicial, protegiendo bajo la imagen aparentemente seria del juez Griesa a los fondos buitre, que otorgan millones de dólares para las campañas de los políticos (ahora Singer donó incluso a los demócratas) y luego son beneficiados con intereses usurarios del 1600%. El mismo interés que algunos políticos ¿argentinos?, ofrecieron pagar si arribasen al poder.

Los apoyan las instancias superiores de la justicia de Nueva York y su Corte Suprema. Procuran denegar a nuestro país los derechos de su soberanía. ¿Cuál será el final? ¿Vencerá Goliat? ¿O el chiquito David?

Incidentalmente, aquel secreto mencionado es el plan Potus (significa Obama). Con él se vigila especialmente a 1,2 millones de personas en este planeta. La perla es que cuanto hemos escrito (y ha refrendado el presidente Correa) sobre la insensatez de nombrar a Venezuela como “amenaza para EE.UU”, tiene su motivo. Porque una ley que, según su Constitución, impide INVADIR A OTRO PAÍS, dice que primero deberá decirse que “constituye una amenaza para la seguridad”. Obama, para no ser acusado al cesar su anodino mandato, lo refrendó con esa clara Orden Ejecutiva. Ya puede ordenar, legalmente, invadir a Venezuela.

Es usual sobreestimar nuestra libertad, pero con estos nuevos medios consumistas (internet, whatsap, twitter, Facebook) vivimos sumidos en una forma quizá seductora, pero insidiosa de control. De la que somos felices cómplices. No debe extrañar que la NSA oiga nuestras charlas.

Ni que el Reino Unido, según recientes revelaciones de Snowden, con grupos de tarea interceptara los planes pacíficos de nuestra Argentina para recuperar las islas Malvinas. Esa “Operación Quito” fue puesta en marcha dentro del país, con espionaje y moldeando la opinión pública.

¿Qué sociedad autoritaria no lo haría? Ahora dominan estas siniestras corporaciones el devenir humano. Sólo usted puede ponerles un freno. Su compromiso individual es necesario para proseguir colectivamente.

Nadie le preguntará de dónde viene, “cuál fue su historia o su partido”, aclaró la Presidenta en 2011. Sólo responda “si está de acuerdo con el proyecto de país que estamos construyendo”, dijo ella. Con eso basta. No dude de la energía y audacia de esta dama. Dará otras sorpresas.