Vinnie, un nene de tres años, se hizo un tatuaje de hena y al rato comenzó a sentir un fuerte ardor en su brazo. Luego de un día, la tinta se empezó a borrar pero a su vez a ampollarse.

La madre del chico lo llevó al hospital, donde los médicos lograron controlar la herida, sin embargo, la cicatriz que dejó la tendrá de por vida.