Hubo un breve romance entre Turquía y la Unión Europea en uno de los momentos más mediáticos- sigue siendo álgido- de la crisis inmigratoria en la que el país liderado por Recep Tayyip Erdogan parecía ser una solución contenedora ante la mayor movilización de personas de la historia. 

Sin embargo, en un país donde las purgas continúan- después del "fallido intento de golpe de Estado" (que muchos ven como un autogolpe)- las persecuciones a la prensa son una constante y las denuncias por violaciones de derechos humanos siguen acumulándose. 

(AFP)
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Incluso en la última marcha opositora, en el Día Internacional del Trabajo, hubo incidentes y represión además de 150 detenidos en un clima de tensión que el referéndum constitucional, organizado por Erdogan, no logró cambiar los ánimos.

"¡Larga vida al 1 de mayo, no al dictador!" era una de las consignas que podían escucharse entre quienes marchaban en un país donde se asegura que no se respetan las libertades políticas. 

Por su parte, Erdogan  en un discurso en Ankara volvió a meter presión a la Unión Europea (UE) para que Turquía ingrese a la comunidad: "Ustedes no tienen otra opción que abrir los capítulos que no han abierto" y agregó tajante:  "Si ustedes los abren, muy bien. En caso contrario, ¡adiós!". 

"A la UE le falta liderazgo. La UE tiene que decidir cómo quiere tratar a Turquía y entonces podremos decidir si podemos tener un diálogo. Sin esto, estamos perdidos", planteó  Kaan Esener, subsecretario del Ministerio de Exteriores de Turquía, en diálogo con la prensa.  Y agregó: "algunos en la UE creyeron que Ankara no lograría cumplir con todas las exigencias para poder ser considerado como candidato, pero cuando vieron que sí, empezaron a caminar hacia atrás y empezaron a decir 'son demasiado grandes, demasiado musulmanes'".