Donald Trump sabía desde febrero que el COVID-19 es una enfermedad especialmente mortal y que podía causar muchas muertes en su país, pero minimizó intencionadamente su gravedad ante los estadounidenses, aseguró el periodista Bob Woodward en su nuevo libro, 'Rage'

Durante una reunión en la Casa Blanca el 28 de enero, el asesor de seguridad nacional, Robert O'Brien, le advirtió que el nuevo coronavirus iba a ser "la mayor amenaza de seguridad nacional" que iba a enfrentar.

Diez días después, Trump habló por teléfono con Woodward y le confesó que creía que la situación era mucho más grave de lo que había admitido en público.

"Esto se transmite respirando el aire (...). Así que es muy complicado, es muy delicado. También es más mortal que incluso la gripe más ardua (...). Esto es más mortal, esto es una cosa mortal", repitió el mandatario el 7 de febrero.

Pero en ese momento, Trump insistía en público en que el virus no era peor que la gripe estacional, que "desaparecería" algún día, y aún veinte días después de esa conversación recalcaba todavía que el riesgo de contraer la enfermedad en Estados Unidos era "muy bajo".

Woodward contó que el principal epidemiólogo de EE.UU., Anthony Fauci, estaba frustrado con la falta de concentración de Trump en las reuniones sobre la pandemia, hasta el punto de declarar en una ocasión: "Su capacidad de atención es menor a cero" y "su único propósito es ser reelegido".

En su última conversación con Woodward, en julio, Trump negó responsabilidad por los casi 190.000 muertos que ha dejado la COVID-19 en Estados Unidos, al asegurar: "El virus no tiene nada que ver conmigo. No es mi culpa".