Los escoceses tuvieron una jornada histórica, donde los ciudadanos acudieron a las urnas para definir el referéndum sobre su independencia de Reino Unido, luego de 307 años de unión.

Una vez que cerraron las casillas electorales, los escoceses aguardaron en sus casas o en bares para conocer los resultados, donde se impuso el “NO”.

De esta manera, y con un 55,42 por ciento, los escoceses rechazaron la independencia del Reino Unido, en un referéndum histórico.

El primer anuncio tuvo que ver con los totales de participación para dos regiones, de 84 y 89%, sugiriendo que la cifra de votantes podría registrar un récord al alza.

Luego, a falta solo de anunciar el resultado de uno de los 32 distritos escoceses, los unionistas alcanzaron un 55,42 % de los votos (1,91 millones) frente al 44,58 % (1,53 millones) de la campaña del "sí" que defendía el Gobierno autónomo escocés.

Frente a este resultado, el ministro principal escocés Alex Salmond, líder independentista y principal artífice del plebiscito, reconoció la derrota en el referéndum de independencia de Escocia y dijo que aceptaba "el veredicto" del pueblo escocés, al tiempo que instó a hacer lo mismo a los partidarios del "sí".

En un acto en Edimburgo en el que fue recibido por una ovación, Salmond, líder del Partido Nacional Escocés (SNP), agradeció a Escocia por "los 1,6 millones de votos a favor de la independencia" y elogió la manera en que transcurrió la campaña y el referéndum.

Como se esperaba, Edimburgo votó en contra de la independencia y Glasgow a favor, pero los independentistas necesitaban una diferencia mucho mayor en esta última para invertir una tendencia que les fue adversa desde que empezaron a anunciarse los resultados.

En total, 4,3 millones de electores mayores de 16 años, incluidos extranjeros residentes en Escocia, se registraron para votar (de una población de 5,3 millones).