Estados Unidos nuevamente impulsa una campaña bélica en los países islámicos. Esta vez, con la excusa de acabar con ISIS, una de las organizaciones extremistas más grandes del mundo.

Por eso se llevó a cabo una cumbre en Londres, donde participaron cancilleres de 21 países, incluidos Estados Unidos, Francia, Alemania y obviamente Gran Bretaña.

Durante el encuentro, todos los aliados a Washington "reafirmaron su compromiso" de coordinar esfuerzos para vencer a los yihadistas y a "la ideología que los identifica", según las palabras del canciller británico, Philip Hammond.

Según expresaron en una conferencia de prensa, la coalición estima que le llevará unos dos años acabar con el Estado Islámico, y que tardarán la mitad de ese tiempo en entrenar a las tropas iraquíes para que estén preparadas para la lucha.

Por su parte, John Kerry, reiteró que la amenaza del EI no es sólo en esos países sino a nivel mundial y resaltó la necesidad de combatir la “ideología” y el poder de “reclutamiento” de esta organización.

Pero las discusiones no fueron sólo ideológicas sino que ya se discutieron cuestiones de una posible campaña militar: fuentes de financiamiento, comunicaciones estratégicas y ayuda humanitaria, para lo que seguramente veremos como una nueva guerra de EEUU en Oriente y Asia, con el aval de la opinión pública internacional luego de los acontecimientos ocurridos en Francia con Charlie Hebdo.

En la reunión también participaron Alemania, Australia, Bahréin, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Egipto, Italia, Jordania, Kuwait, Holanda, Noruega, Qatar, Arabia Saudita, Turquía y Emiratos Árabes.