La llegada del papa Francisco a Irak es un hecho trascendente para el país asiático. Más allá de la colorida bienvenida que recibió a su llegada la agenda tiene encuentros importantes.

Uno de ellos es la visita a la ciudad de Mosul, donde el Estado Islámico declaró el califato en 2014. Allí tendrá el objetivo de mandar un mensaje de apoyo a los cristianos en Oriente Próximo y de reconciliación en el país.

También se reunirá en la ciudad sagrada de Nayaf con el ayatolá Alí al Sistani, máxima autoridad chií en Irak.

Su visita tendrá un valor ecuménico pero no puede soslayar el impacto político y el recelo que el poderoso país vecino, Irán, tendrá por su paso.