Elizabeth Mitchell es la autora del libro "Liberty's Torch: The Great Adventure To Build the Statue of Liberty" (La antorcha de la libertad: la gran aventura para construir la Estatua de la Libertad) y fue quien desató la polémica al aseverar que la inspiración para ese emblemático rostro no es la de un mujer sino la de un hombre. 

"Examiné las fotos de su hermano que el escultor tenía entre sus documentos; miré su cara con más atención y realmente se parecía a la Estatua de la Libertad", explicó  Mitchell a 'The Huffington Post". Y agregó:  "Su hermano se volvió loco de adulto, y era Frédéric Auguste Bartholdi el encargado de visitarlo una vez a la semana; a veces se pasaba horas observando a su hermano, que no hablaba". 

Ante la conmoción mediática y social de haber estado refiriéndose todo este tiempo a una "dama que sería un hombre"; Edward Berenson, profesor de la Universidad de Nueva York, no comparte esta hipótesis.

Berenson sostiene que Bartholdi encontró su inspiración en las obras de la Grecia y la Roma clásicas; y ni siquiera habría tomado como modelo a su madre, ya que el escultor "era un niño de mamá, de manera que si hubiera tenido la intención de modelar la estatua según la apariencia de su madre se lo hubiera dicho". 

La estatua de cobre, por eso ahora posee ese color verdoso con el paso del tiempo, fue un regalo hecho el 4 de julio de 1884, por el pueblo francés al de Estados Unidos, en conmemoración a la alianza hecha por las dos naciones durante la Revolución estadounidense.