Hace una semana que, lo que comenzó como una protesta estudiantil con cientos de jóvenes, se convirtió en un reclamo de miles, que piden por una transformación a un sistema democrático en Hong Kong.

Se trata de un hecho histórico, ya que es la mayor ola de protestas desde la conocida como "la masacre de Tian'anmen" de 1989, en la plaza que lleva ese nombre y que costó la vida de cientos de personas.

Pese al llamado de las autoridades a poner fin a las manifestaciones, la gente pretende aguantar hasta el 1 de octubre que es el día de la fiesta nacional, para convertir el reclamo en algo multitudinario.

El sábado se sufrió una cruel represión que dejó un saldo de 40 heridos y unos 80 detenidos. Pero, lejos de amedrentarlos con la sombra de Tian'anmen, los manifestantes volvieron a permanecer en el centro de Hong Kong.

El gobierno intentó luego disuadir a la gente retirando a las fuerzas policiales y pidiendo la liberación de las calles. Pero lo único que lograron es que el número de manifestantes aumente cada vez más.

La protesta fue bautizada "la revolución de los paraguas", por el modo de la gente para protegerse del sol y de los gases lacrimógenos de la policía.

Todos ellos exigen que Pekín levante sus restricciones sobre la isla, ya que habían informado desde el Partido Comunista chino, que los tres candidatos para las elecciones de 2017 serán designados por un comité gubernamental.

Esto es inaceptable para el pueblo, que pide elecciones completamente democráticas para 2017 y una mayor libertad política y social.

Desde China las voces no tardaron en hacerse escuchar y el ala dura del régimen pidió el envío de las fuerzas militares para "calmar" las aguas.