La Casa Blanca anunció en el día de ayer que pedirá al Congreso fondos de emergencia para financiar la recuperación de infraestructura en los estados de Texas y Luisiana, devastados por el paso de Harvey, y cifró en 100.000 el número de hogares afectados. 

La cifra de muertos escaló a 47 y son 32 mil los evacuados que no pueden volver a sus hogares dada la peligrosidad de ciertas áreas donde las inundaciones y la falta de servicios básicos continúan. 

Ya han comenzado las tareas de limpieza, en la zona de Hosuton donde dejó de llover, pero el caos no cede y se sumó el hecho de que ocurrieron varias explosiones en la planta química Arkema- fabricante de peróxidos orgánicos-en Crosby, Texas.  Unos 15 agentes fueron trasladados al hospital tras quedar expuestos a una columna de humo de 12 metros de alto.

La planta de Arkema afectada por las inundaciones
La planta de Arkema afectada por las inundaciones

El foco de la tormenta, por su parte, se ha movido hacia el nordeste, en la frontera entre Texas y Luisiana, donde ha dejado copiosas lluvias y decenas de personas tuvieron que movilizarse hasta los refugios habilitados. 

Dado que esta zona de Texas es el corazón de la industria petrolera de Estados Unidos, se calcula que casi un 25 % del total de la capacidad del país se encuentra paralizada. 

Por su parte, el vicepresidente estadounidense, Mike Pence viajó a las zonas afectadas para realizar un recorrido y evaluar los daños humanos y materiales. 

Estiman que el Fondo de Alivio de Desastres Naturales de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias, actualmente de 2.200 millones de dólares, se agotará con rapidez dada la magnitud de los daños ocasionados por Harvey, el huracán más potente en llegar a Estados Unidos desde 2005, después de Katrina.