"En estos días, durante mi visita, he escuchado la canción: 'Todos somos hijos de Dios'. Esto es lo que el Santo Niño nos dice. Nos recuerda nuestra identidad más profunda. Todos somos hijos de Dios, miembros de la familia de Dios. Hoy san Pablo nos ha dicho que hemos sido hechos hijos adoptivos de Dios, hermanos y hermanas en Cristo. Eso es lo que somos. Ésa es nuestra identidad. Hemos visto una hermosa expresión de esto cuando los filipinos se volcaron con nuestros hermanos y hermanas afectados por el tifón", dijo Francisco este domingo en su discurso.

Millones de personas se congregaron en la Plaza Rizal, de Manila, para asistir a la misa final de la visita del papa al archipiélago, donde fue recibido el jueves pasado.

"El diablo es el padre de la mentira. A menudo esconde sus engaños bajo la apariencia de la sofisticación, de la fascinación por ser 'moderno', 'como todo el mundo'. Nos distrae con el señuelo de placeres efímeros, de pasatiempos superficiales. Y así malgastamos los dones que Dios nos ha dado jugando con artilugios triviales; malgastamos nuestro dinero en el juego y la bebida; nos encerramos en nosotros mismos. Y no nos centramos en las cosas que realmente importan, de seguir siendo en el fondo hijos de Dios", agregó Francisco.

Varias pantallas permitieron a los presentes seguir la ceremonia bajo la lluvia, a la que también asistió el presidente filipino, Benigno Aquino. En Manila se recuerda la visita papal de 1995, cuando Juan Pablo II recorrió el país y al menos 5 millones de personas fueron a la misa que ofició en este mismo lugar.

Antes de la celebración, el Papa visitó la Universidad católica de San Tomás, donde se reunió con líderes religiosos y celebró un encuentro con jóvenes en el campo deportivo de este centro.