En marzo de este año Marchionne, ex CEO de Fiat Chrysler, se encontró con Mauricio Macri a quien elogió y dijo que le resultó un presidente "alentador" para el país. 

A pessar de la camaradería entre ambos, y luego de los elogios, Marchionne no dudó en pedir menos impuestos para la industria automovilística porque Argentina estaba perdiendo competitividad. 

"Hay que arreglar los desincentivos a la exportación. No puede estar lleno de impuestos aquello que no tiene contenido de consumo local, es ineficiente, lo tienen que arreglar", dijo, en claro reclamo pero siempre haciendo alusión al "beneficio" de "los trabajadores".

Pero, dos meses después, el empresario anunciaría una fuerte reducción en la producción con numerosos despidos , algo que contrastaba enormemente con una de sus frases más famosas: "Hemos devuelto la dignidad a los trabajadores de fábricas casi abandonadas".

Tal como afirma el portal Euronews, su relación no fue tan armónica con sus empleados. Y uno de las principales causas fue cuando manifestó su apoyo a la reforma laboral que el entonces Primer Ministro Italiano, Matteo Renzi, aprobó en 2014, y que limitaba considerablemente la estabilidad laboral de los trabajadores.

Sin embargo, Marchionne no lo veía así, y consideraba que la nueva ley ofrecía mayores garantías para los inversores y facilitaba la contratación de más mano de obra. 

No fue casualidad que, justo dos días antes de la aprobación de esta reforma, el propio Renzi viajó a Turín a las plantas de Fiat-Chrysler, para presenciar el patrocinio del nuevo programa de producción automovilística presentado por Marchionne. 

Marchionne se sentó en la mesa de los más poderosos del mundo para negociar, por ejemplo, Barack Obama, de quien recibió su bendición, y más recientemente Donald Trump, con quien parece haber conquistado una gran relación.

Su disputa con los sindicatos tampoco fue un tema en los grandes medios. Tal como consignó LaIzquierdaDiario, "la reconversión no fue por arte de magia" sino que "Marchionne no respetaba los derechos de los trabajadores y se negaba a negociar con los sindicatos".

La internacionalización de los distintos domicilios de la empresa no fue en vano, tuvo el objetivo de lograr una evasión multimillonaria de impuestos, que fue parte del "milagro".

Sin embargo el secreto de su éxito parece estar en otro lado. Como denunció el sindicato italiano CGIL, Marchionne era "un tipo duro" que pulverizó el convenio colectivo de los trabajadores de Fiat. La CGIL, a pesar de su rol conciliador, no pudo evitar hacer mención a los ataques sobre los trabajadores que Marchionne llevó adelante en los últimos años.