Pero la atención nacional se focalizó en la “toma de Lima”, para la que llegaron a participar miles de personas provenientes de todo el país, en especial los Andes sureños.

El periodista Gonzalo Luis Tovar contó que la más fuerte demostración de repulsa contra Boluarte y el Congreso transcurrió básicamente en paz, salvo por choques relativamente menores en inmediaciones de la avenida Abancay, donde está la plaza de Bolívar, sede del Legislativo.

Todo transcurrió en un ambiente tenso, pero sin choques, y la Policía permitió que los manifestantes recorrieran las principales calles céntricas, salvo los alrededores del Palacio de Gobierno y el interior de la estratégica plaza San Martín.

Las personas llegadas del interior, y que se hospedaron en gran medida en las universidades estatales San Marcos y Nacional de Ingeniería, se fundieron con sus anfitriones limeños y desfilaron al lado.

“Somos artistas, no somos terroristas”, gritaban los visitantes, mientras aprovechaban para hacer exhibiciones de su folclore.

La “toma de Lima” generaba expectación ante las lecturas de que en Perú conviven entre duras fricciones una capital criolla, conservadora y racista, y un sur andino de estirpe rural, quechua y aimara, y que demanda soluciones políticas al sentirse eternamente postergado.

Los incidentes actuales en Perú, donde se vive una crisis permanente desde 2016, estallaron después de que el Congreso destituyera en diciembre pasado al izquierdista Castillo, quien previamente había intentado sin éxito cerrar el parlamento y gobernar por decreto, y lo reemplazara la hasta entonces vicepresidenta Boluarte.

La nueva mandataria dijo en principio que pretendía quedarse hasta el fin del período, en 2026, con lo que desconoció el clamor popular de 83% por unas elecciones generales inmediatas, según los sondeos, y le dio más aire a un Congreso que en las mediciones es rechazado por 88%.

Luego retrocedió, pero el país ya estaba incendiado. Las elecciones anticipadas están previstas ahora potencialmente para abril de 2024, pero a la variopinta oposición no solo le parece que esa fecha es demasiado lejana, sino que temen que Boluarte y sobre todo el Legislativo pretendan burlarla.