“Querido Indio: Escuché tu voz por primera vez solo en mi habitación púber. Estaba preso en mi ciudad, que para mi era esa casona del barrio. Las puertas y ventanas a dónde me llevaron tus letras -como penas que ruedan y escapan- me hicieron descubrir el mundo al revés", comienza el posteo en Twitter de Fernando Casas, periodista de Diario Registrado y autor y actor de Una Obra Redonda, el homenaje del teatro a Los Redondos. 

Entonces, a él que escribió las crónicas de sus shows -aquí, la del último show en Olavarría-, se cruzó con Petinatto en tv y junto a su colectivo artístico motorizó la construcción de una escultura del Indio Solari en una plaza del conurbano, le pedimos que se explaye aún más que en sus redes. Y salió este texto visceral. 

"Para un pibe de 10 años descubrirse en esa poesía fue una locura intensa, semiclandestina y movilizante que cada vez embarraba más, de las patas al alma y el cerebro. De eso me di cuenta más de grande al analizarme. Falopas duras en tipos blandos fue una advertencia. No apología. Ser redondo es ser curioso, atento al guiso en el que estamos. Siempre revolver porque seguro abajo hay carne. 

Agradezco incluso hasta el peligro en el que nos metiste. Las imágenes como borrones, así veloces y atropelladas hasta dar con el lugar exacto dónde nos late. La piel... Lo mejor y lo peor de mirarse las miserias. Pero también no subestimarse y confiar en nuestra suerte y reputación. Saltar, medir acrobacia y saltar para enfrentar el nuevo quilombito que toca enfrentar. Formar parte de un nosotros, siendo como con casi nada en este mundo, tan uno mismo. Y ya no nos pudimos mentir más. Ser fiel al placer por más que alborote. Cuidarse el culito..

Es una locura que aún no me creo haber escrito una obra de teatro para contar 'el cuentito de Los Redondos' a ese público respetable del que soy parte. Este lugar inédito a dónde me llevaste también como periodista para contar, escribir, cronicar, y hasta poner la caripela en el ojo idiota -pero no la otra mejilla-. 

Todo es parte de lo exitantemente vivos que nos hace estremecernos cuando te escuchamos cantar a aullidos al oído, hablar en susurros desesperados. Sobre cosas mejores que ya sufrimos, el último secuestro que es el robo del estado de ánimo, las dos tragedias del ser humano, las banderas que ondeamos en el corazón, que la vida no puede ser vivida en una sanguchera de vidrio; de genios amores, malditos, de la muerte y vos, de vencedores vencidos, presos políticos como comunes encerrojados, de violencias como mentiras, negocios pequeños y simples... ¡De Dios! Del que juega dados, quizás esté a nuestro favor y del que nos va a salir mejor ¡Del futuro!, que es aquí y ahora. 

Así que feliz cumpleaños viejo, eso. 
¡Felices 74!”.