Que Gómez Centurion perdió el tiempo, que Lavagna vacilaba, que el índice de Alberto. Todo eso quedó en el olvido cuando los principales contendientes del mundo del espectáculo le dieron a su público el espectáculo que esperaban.

Luli mostró que el Mago no era rival para su categoría y lo sentenció con un gran manejo de pantalla, dos buenas sonrisas socarronas, y tomándolo de contragolpe cuando no sabía que ella ya había reconocido a sus informantes.