Si tu opinión limita las decisiones individuales y condena a miles de mujeres a morir en la clandestinidad, tu opinión es bastante repudiable por lo que los demás tienen derecho no solo a no pensar como vos sino también a no respetar tu posición.

Este es el caso de Amalia Granata. Si ella decidiera  no practicarse un aborto es probable que las demás mujeres feministas la sigan saludando. El problema está en que la periodista no solo quiere decidir sobre su cuerpo sino también sobre el de las demás.

A su posición la llama "pensar diferente" y pretende que las mujeres que se cargaron al hombro la campaña para que el Aborto sea Legal, Seguro y Gratuito la saluden y hagan como que "aquí no ha pasado nada".

Twitter le dio una explicación por si no le quedó claro