Adolf Hitler, ideólogo y miembro del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores que estableció un régimen fascista entre 1933 y 1945, conocido como Tercer Reich y que fue derrocado tras la Segunda Guerra Mundial, tuvo tres mujeres importantes en su vida. Las tres eligieron el mismo camino que él para finalizarla: el suicidio.

Él, uno de los personajes más escalofriantes y dolorosos de la historia universal, también poseía terminaciones nerviosas, pulsaciones, dolores y hasta un pene. Este envase lleno de poder y sentimientos de superioridad, tenía, además y como dato color, un solo huevito por un defecto congénito.

El amor o la obsesión, lo traspasó a lo largo de su historia. Una de las féminas con la que estaba obstinado, era su sobrina Geli Raubal, jovencita de 17 años. Como era de esperarse, cuando Hitler quería, rompía. Según cuentan, sentía por ella un amor morboso que la obligó a aislarse y le prohibía cualquier tipo de amistad o independencia. Esta muchachita, se pegó un tiro en la cabeza a los 23 años. Los rumores dicen que el tiro de gracia se lo dio cuando se enteró de que estaba embarazada del Führer.

Después conoció a la actriz René Müller durante una fiesta. Y de nuevo los rumores. Dicen que ella le contó a un amigo que, cuando se quedaron solos, él se tiró al piso suplicando humillaciones sexuales. Después de un tiempo, René Müeller se tiró por la ventana.

En ese momento, en la escena, aparece Eva Braun, a quien conoció en 1930. Ella tenía 18 años y él 43. Pero de ellos dos poco se sabe, el historiador Albert Speer, por ejemplo, señaló que en la relación reinaba un trato desconsiderado y opresivo. El romance, que duró más de diez años, terminó cuando los dos decidieron suicidarse antes de que los atrapen las fuerzas armadas bolcheviques, el ejército rojo.

Para el escritor británico Martin Amis el sexo entre Eva Braun y el líder nazi sucedía sin tocarla y "reforzando sus calzoncillos con servilletas y toallas limpias".

El novelista inglés, cuyo último libro 'Zona de interés' se desarrolla durante el Holocausto, sostiene que este personaje siniestro era asexuado y neurótico. Obsesionado con la higiene, el Führer alcanzaba el clímax mirando a Braun más que tocándola, asegura. "Debía tener una perversión burguesa porque él era el anti Cristo burgués (no hay que olvidar la burguesía en él). Imagino a Eva a una distancia prudente levantándose la falda. Entonces Hitler llegaría al clímax".

"Nadie entiende a Hitler. Y yo no quiero ser reduccionista, simplista o frívolo, pero estoy convencido de que una de las razones por las que no llegamos a entenderlo es porque desconocemos su vida sexual", sostuvo en el encuentro británico Cheltenham Literature Festival.

"La sexualidad es una de las vías por las que nos conocemos unos a otros, sabiendo si alguien está casado o es gay o cualquier otra cosa", explicó el autor.

Cuando la imaginación evoca a Hitler, perverso, excéntrico y cruel, no piensa que ese hombre de 1,78 de altura y 75 kilos de peso, y vamos a decirlo mal y pronto, también cogía. Y tal vez no estemos tan equivocados. Hay quienes encuentran al placer sexual, así como lo pensaba Michel Foucault, como algo simplemente aburrido. El verdadero placer, para el filósofo francés, estaba en el entretejido del poder. Para él, el poder es una relación asimétrica que está constituida por dos entes: la autoridad y la obediencia. El verdadero goce se encuentra en la dominación, y así parecía vivirlo el canciller alemán que, según se rumorea, transitaba varios orgasmos en sus discursos.

En las investigaciones sobre Hitler hay tres escuelas de pensamiento acerca de su sexualidad. La primera habla de una vida sexual "clásica", pero muchos la descartan de inmediato, "¿Podés imaginar a Eva Braun fumando un relajante cigarrillo postcoital? ¿Y a Hitler como un amante considerado y enérgico? No. Así que la normalidad queda fuera de juego", indica Amis.

La segunda es la asexualidad y la tercera es la perversión. La verdad es que no hay pistas reales acerca de su sexualidad, más allá de su cuidada privacidad ya que, por ejemplo, no se sacaba la ropa adelante de nadie, ni siquiera de su médico de cabecera. Pero sí se sabe que era un fanático frenético de la limpieza. Con esos datos, los investigadores realizan piruetas para poder determinar qué sucedía cuando Braun y Hitler pasaban a ser cuchicuchi y cuchicucha.

Hay que destacar que en la búsqueda de respuestas, se encuentran más rumores que certezas. Hitler supo ocultar su historia sexual y ese no dato abre el panorama para pensar, del hombre más brutal y atroz de la historia, cualquier cosa.