La visita de este lunes del equipo de monitoreo del Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene sus primeras consecuencias: el fin de las Lebac, la fuerte suba de tasas al 45 por ciento y el principio del fin a la libre disponibilidad del dólar.

Minutos después de la reunión con los emisarios de Christine Lagarde, la plana mayor del MInisterio de Hacienda emitió el comunicado: "en consideración a la posición de liquidez en pesos que ha acumulado", el Banco Central va "a discontinuar las ventas de dólares diarias hasta que las necesidades de pesos lo requieran nuevamente".

Con ese texto, la cartera que conduce Nicolás Dujovne no quiso decir lo que verdaderamente se infiere de sus palabras: no es que le sobran pesos sino que le faltan dólares, como habrán notado los funcionarios visitantes del Fondo. De ahí la orden de cancelar las licitaciones diarias.

En ese marco, varios analistas coinciden en el diagnóstico: estamos ante un escenario que hace prever el fin de la libre disponibilidad de dólares, al menos para el ciudadano de a pie. Es decir, la emergencia de un cepo o, peor aún, de un nuevo corralito.

Desde junio, el Central licitó diariamente 100 millones de dólares, 150 millones en algunas jornadas para frenar la escalada del billete verde y luego bajó las licitaciones a 75 y 50 millones sucesivamente. Según se especula, licitaría el martes los últimos 500 millones.

Pero nada detuvo ni detiene la suba del dólar y por tanto la devaluacón del peso; encima, en el FMI descubrieron este lunes que los 7.500 millones de dólares que había girado al Gobierno en el marco del acuerdo de asistencia financiera, se esfumaron o, al menos, están esfumándose.

Infructuosamente, claro, porque el dólar ya supera los 30 pesos y parece imparable; y muy probablemente, ni siquiera la suba de las tasas de referencia del 40 al 45 por ciento logre detenerlo. Eso sí: es otro factor determinante para agudizar la recesión.