"No podemos importar ni vender como quisiéramos", se quejó el empresario alemán Martin Richenhagen, para quien eso configura una política propia de "un régimen comunista" al estilo de la Rusia soviética de Stalin.

Richenhagen es el CEO de la multinacional Agco, el segundo grupo en importancia a escala mundial en la fabricación de maquinaria agrícola, y estuvo en la Argentina para anunciar una inversión de 20 millones de dólares para producir cosechadoras en nuestro país.

Ese "como quisiéramos", claro está, refleja el interés de las grandes patronales rurales, en su mayoría productores de soja a gran escala, que quieren manejar el mercado y la economía a su antojo y arbitrio, imponiendo sus propias reglas.

Por esa razón, el empresario repudió la intervención del Estado en la economía al calificar como "estúpidas" a las retenciones, quejarse de que no hay "un negocio libre" para las empresas porque se imponen "reglas burocráticas" al igual que "en un régimen comunista".

"El Gobierno ha decidido imponer impuestos a la exportación", se quejó Richenhagen, en alusión a las  retenciones agropecuarias, agregando que "no hay casi gobierno en el mundo que los imponga".

Sin embargo, la Fundación Instituto para las Negociaciones Agrícolas Internacionales de la Bolsa de Cereales (INAI), informó en su oportunidad que uno de cada cuatro países que pertenecen a la Organización Mundial del Comercio (OMC) aplica retenciones a las exportaciones.