La parada parecía difícil: pegarle al travesaño con un solo disparo. Más allá de que el ángulo era sesgado, la distancia considerable, y el periodista no había entrado en calor, Tato Aguilera -un abonado al show y los papelones- se animó a hacer el intento. Y como no podía ser de otra forma, terminó en el ridículo.