Con la llave casi resuelta en la ida, donde River se había impuesto 3-1 en su visita, en uno de los partidos más extraños y con más incidentes que se hayan visto, había que sellar la clasificación en el Monumental, y así fue como el local venció con claridad 2-0 a Libertad, para avanzar sin inconvenientes a los cuartos de final de la Copa Sudamericana.

Como si ya la diferencia no fuera suficiente, el equipo dirigido por Pedro Alcides Sarabia se quedó rápidamente con un hombre menos, por la insólita expulsión de Bareiro que le reventó la ceja de un codazo a Ariel Rojas, quien tuvo que continuar el partido con una enorme venda cubriendo su cabeza.

A media máquina, y con varios recambios respecto al habitual equipo titular, River fue el que propuso, y así llegó a abrir el marcador cuando moría el primer tiempo. Tras una buena jugada colectiva, Carlos Sánchez disparó en el palo, y el rebote le quedó a Gabriel Mercado para empujar hacia el gol. El arquero Rodrigo Muñoz, de gran encuentro, logró sacarla, pero el balón ya había superado la línea de meta.

En la segunda mitad, y con la llave prácticamente resuelta, Marcelo Gallardo decidió cuidar a sus figuras. Salieron Sánchez, figura indiscutida de la cancha, el ‘Chino’ Rojas y Teo Gutiérrez, y entraron los pibes Tomás Martínez, Augusto Solari y Giovanni Simeone, quienes se lucieron.

River dispuso de varias chances para ampliar el tanteador, pero siempre chocó con la seguridad de Muñoz, ya que de no haber sido por él, el resultado podría haber sido más abultado. Lo tuvo Martínez, tras una tremenda jugada combinada con Mercado, y en la jugada siguiente, Ramiro Funes Mori habilitó a Gio Simeone, para que el ‘Cholito’ sentenciara de zurda, el 2-0 definitivo.

El 'Millonario' sigue dulce, y casi sin transpirar se metió entre los 8 mejores equipos de esta Copa Sudamericana. Ahora deberá cruzarse con el siempre copero Estudiantes de La Plata, que viene de sacar a un grande como Peñarol. Los equipos argentinos se medirán a partir de la semana que viene, y deberán verse las caras tres veces en siete días, entre el certamen continental y el torneo doméstico.