El partido tiene el colorido y lo estrambótico del fútbol africano, que siempre depara situaciones fuera de o común por lo espectacular o lo ridículo.

Era un partido por la Copa de Argelia y el defensor hizo lo que todo marcador lateral de un equipo del ascenso aprendió apenas piso una cancha: la pelota, lo más lejos posible.

Lo que no contaba era con el efecto endemoniado que tomó por agarrarla pifiada.