Con todo el plantel del Barcelona, el presidente Joan Laporta y Antonella, Thiago, Mateo y Ciro de pie y aplaudiendo, la imagen de Leo Messi era la de un chico que llora porque le sacaron la pelota y ya no puede jugar más.

Lo que nadie, y menos aun él mismo, esperaba es que el vínculo entre el mejor jugador del mundo y el Barcelona se terminara de esta manera. La llegada de Laporta era un aliciente para suponer que las cosas se encaminarían para llegar a un final feliz con la renovación de Leo encaminada.

Pero las trabas puestas por Tebas al fair play financiero del club catalán complicaron las cosas de un modo que desencadenaron un abrupto final.

La conferencia de prensa de Leo selló el adiós a una etapa de su vida donde dejó goles, títulos y gloria, pero sobre todo una forma de entender el fútbol única.