El domingo se juega el partido que paraliza el país y en los últimos años, la cancha de Boca fue escenario de hazañas xeneizes y millonarias.

En la Copa Libertados del año 2000, Martín Palermo volvía luego de ocho meses tras la rotura de ligamentos cruzados y le convirtió el 3 a 0 final que clasificó a Boca a la siguiente ronda de la Copa.

Iban 25 minutos del segundo tiempo y en una contra Clemente Rodríguez enfrentó a Franco Constanzo y el arquero le cometió penal. Juan Román Riquelme tomó la pelota y su disparo lo devolvió Constanzo pero en el rebote Román convirtió de cabeza. Luego de eso, el 10 fue a gritárselo a Mauricio Macri, con quién estaba discutiendo una mejora en su contrato, y dejó inmortalizado el famoso “topo Gigio” que le gusta a su hija.

Ricardo Rojas nunca podrá olvidar el golazo que convirtió en el Clausura 2002. El argentino nacionalizado paraguayo arrancó desde su posición de lateral derecho, dejó en el camino a un jugador de Boca, tocó, fue a buscar, gambeteó al último defensor y la picó por sobre Abbondanzieri que miró atónito la “vaselina” del jugador de River.

Fernando Cavenaghi convirtió el gol en el Clausura 2004, tras un centro desde la derecha que Claudio Husaín desvía y “el torito” cabecea al gol. Con ese tanto, River ganó 1 a 0 y fue la última vez que logró un triunfo en la Bombonera.