Juan Román Riquelme es un tipo raro, es simple. Hace lo que quiere. Y no le gusta que lo jodan. Considera que la vida es sencilla y trata de vivir así. Considera que el fútbol es simple y trata de jugar al fútbol así. No entiende por qué tiene que ser todo tan complicado.

No hace amistad con las barras porque considera que tiene que jugar al fútbol y nada más. No hace amistad con los dirigentes porque considera que ellos son los jefes y él es un empleado. Eso es raro en el fútbol de hoy, no es cobarde ni chupamedias. Pero sí es agradecido con los que fueron generosos, ya sea dirigentes, técnicos y compañeros (y rivales).

Riquelme es el deportista más importante de la historia de Boca Juniors, ganó tres Libertadores, más que todos los clubes del fútbol argentino, salvo Independiente, Boca , obvio, y Estudiantes, para darle real volumen a sus logros. Pero además es el más lindo de ver en una cancha, el mejor jugador de Boca del último torneo (le dicen exjugador), y además es el ídolo, el capitán y el alma de Boca. Pero los dirigentes consideraron que no tenía que seguir. No lo querían, y Riquelme se fue, porque es simple, no juega donde no lo quieren. Angelici deberá dar cuenta de su rol decisivo en la historia de Boca Juniors, Riquelme se retirará en otro club que no sea Boca, y es su responsabilidad.

Riquelme por primera vez en su carrera va a jugar en la primera de un club que no sea Boca Juniors, a sus 35 años, para Argentinos Juniors. Buscará lograr su ascenso, y quien dice salir campeón del torneo local, quién si no él puede lograr eso. Voverá a armar dupla en el mediocampo con el Lobo Ledesma, la mítica categoría ‘78 de las inferiores en AAAJ. Y así como fue record de audiencia su paso por el Villarreal (se pasó más veces al Submarino Amarillo en vivo por el ESPN de acá que en España mismo) seguramente los fanáticos de Román exploten la cancha del Bicho. Riquelme explotará el Diego Armando Maradona, otra vez, pero esta vez de manera metafórica.