"Si este equipo le dejó algo a la gente es que la hizo volver a creer" dijo Mascherano, apenas se consumaba la derrota más dolorosa de su vida, como él mismo se encargó de calificar. Pensé bastante en esa frase, la mastiqué y se juntó con la bronca por ese penal que Nicola Rizzoli, el Codesal de nuestra época, no nos dio. Argentina no perdió porque el árbitro no vio el penal más grande de la historia, sino por la diferencia en las calidades individuales de los que quedaron mano a mano con el arquero con respecto a los alemanes. Palacio falló, Higuaín también, Göetze definió como el crack que es y se acabó el sueño.

Retomando el eje sobre la frase del mejor jugador argentino en Brasil, a riesgo de recibir insultos del lector, considero que este subcampeonato superó ampliamente las expectativas. Cruzamos el Rubicón de cuartos, como dijo Alejandro Sabella varias veces, jugamos la semifinal contra un rival que ya nos había sacado en Francia 1998 y volvimos a vivir una final contra la mejor selección del mundo. Y los tuvimos arrodillados, con el revólver cargado y apoyado sobre la sien. Era justo si Argentina ganaba el partido, era justo si Argentina ganaba el mundial.

Soy de una generación que vivió esto de una manera muy fuerte, que se identificó como nunca con una selección como con este equipo. En el 90 tenía un par de meses, recién tengo conciencia del 98 y desde entonces venimos cultivando fracasos y eliminaciones tempranas con equipos que siempre amagaron a más y se quedaron en la puerta de cuartos.

Chapeau Sabella. Callado, sin excentricismos, con mucha autocrítica y buen manejo de grupo armó una base de jugadores que respondieron con creces. Cambió a tiempo, sacrificó vacas sagradas como Fernández y Gago y los que entraron, Biglia, Demichelis y Enzo Pérez, estuvieron a la altura de la elite. La bronca de la que hablé al principio debe ser el motor de una revancha. Estos jugadores la merecen y el técnico también. Romero, Garay, Biglia, y Messi tienen 27 años, Enzo Pérez 28, Di María, Agüero, Higuaín y Ricky Álvarez 26 y más abajo el sorprendente Marcos Rojo, con 24. Debemos despedir a dos jugadores fundamentales para este andamiaje, Zabaleta y Mascherano, que van a llegar pisando los 34 a Rusia, aunque si se cuidan son número puesto.

Hay equipo, hay un proyecto serio y por sobre todas las cosas hay futuro, por eso debemos valorar este segundo puesto, tomarlo como un gran paso adelante, mirar a todos los demás desde el segundo escalafón mundial y apostar de nuevo por el mismo sueño.