Nada le dibujó una sonrisa a Roger Federer en los casi 20 minutos de rueda de prensa en los que se manifestó en inglés, francés y alemán.

El tenista suizo estaba tan molestoque tenía muy pocas intenciones de referirse a la victoria frente al colombiano Alejandro Falla por 6-3, 6-3 y 6-4, en 1h50m, en su primer examen en Roland Garros.

Un incidente que "no puede volver a suceder" lo mantuvo indignado. Mientras se retiraba del estadio, con la campera cerrada y el bolso colgado en el hombro izquierdo, un joven desde la tribuna saltó al polvo de ladrillo y lo intentó abrazar para tomarse una selfie. Asombrado, el gran Roger no supo cómo actuar hasta que, con demora, un agente de seguridad intercedió y separó al extraño.

"Llegó por detrás, no lo vi y quedé muy sorprendido. Hay que tomar las acciones necesarias en todos los torneos. El court no debe ser de acceso libre. También pasó hoy en la práctica, con algunos niños. Los jugadores necesitamos sentirnos seguros cuando jugamos. No debería suceder muy a menudo. Y ya pasó dos veces en dos días", disparó el máximo ganador de Grand Slams (17).

No es la primera vez que le ocurre algo así: en la final de 2009 ante Robin Soderling, Jimmy Jump, un intruso español que suele irrumpir en los campos de juego de diversos deportes, detuvo el partido y le intentó colocar un gorro de Barcelona. Claro, aquella invasión fue mucho más agresiva, nada comparable con la acción del adolescente que, por cierto, fue identificado y expulsado del torneo.

Pero el número 2 del mundo entiende que, en lugar de un teléfono celular, el espectador bien podría haber portado otro elemento y hacerle daño. Por ello su enojo. Hasta puso sobre la mesa el ataque a Mónica Seles en 1993, apuñalada en la espalda por Günter Parche, un fanático obsesionado con Steffi Graf, en el torneo de Hamburgo: "Estuve con Seles hace poco en Nueva York y te aseguro que esto no hace reír a nadie".

Las críticas de Federer generaron un cimbronazo interno en la organización. Obligaron a Gilbert Ysern, el director del torneo, a brindar una rueda de prensa de urgencia. Los rostros tensos se multiplicaron en las oficinas de las autoridades. "Hubo un antes y un después en la seguridad de los estadios deportivos tras lo ocurrido con Seles, que fue terrible, dramático. Pero esto no tuvo nada que ver con aquello. Hablé con Roger en el vestuario, me disculpé, estaba muy enojado y tiene derecho a estarlo. Pero creo que éste no es el fin del mundo, no hay que hacer un gran tema, pero sin dudas es bochornoso. Muestra que cometimos un error y tendremos que corregirlo", explicó Ysern, molesto e incódomo ante los medios. Y añadió: "Hay que proteger al jugador, aunque no creo que haya razón para cambiar los procedimientos de seguridad. Fue solamente una falta de atención y de interpretación de los agentes. No hicieron su trabajo bien".