Posible charla del entretiempo en un vestuario caliente: "Muchachos, vamos a jugar como siempre, entran Pipa y Gago y salen...".

Argentina le ganó a Bosnia 2 a 1 pese a un primer tiempo para el sufrimiento y el olvido. O el recuerdo bien presente de que el equipo se siente más cómodo con la pelota.

Todo comenzó raro: el gol en contra, el equipo tan atrás, el equipo sin la pelota, Maxi Rodriguez sin brújula, Messi extraviado en su pasado peor con esta camiseta. Fue un debut raro, porque Romero empezó dudando pero tapó una pelota clave de gol, y la defensa estaba firme en la pelota aérea y en los anticipos. Porque Rojo sacaba la pelota del área de rabona, y Agüero ni la tocaba y Di María corría hacia ninguna parte.

Pese al estupor en la cancha, en las tribunas y en el país, la selección terminó el primer tiempo en ventaja. Y ahí llegó el hecho sucedido en el vestuario que signará seguramente el futuro -que es el próximo partido-, táctico y futbolístico de este equipo en la Copa del Mundo.

¿Habrá sido el propio entrenador el de la iniciativa? ¿O un pedido de los jugadores? ¿Y en qué términos se dijeron las cosas, cada una de las cosas que sospechamos se dijeron en ese vestuario caliente? ¿Habrá sido con autocrítica, en calma, con una conversa sobre la realidad que sobrepasaba lo imaginado para el debut?

La cuestión es que el ingreso de Gago e Higuaín acomodó todo. Fernando manejó los hilos y sacó el equipo del fondo. Acomodó a Messi en el campo aunque hasta el gol siguió algo errático pero más encarador. 'Pipa' y 'Kun' se llevaban los centrales bien lejos, los traían y armaban triángulos con Lio. Mascherano trasladaba al campo las órdenes que llegaban de afuera y el equipo se compactó. Fernández y Garay cerraron el ingreso al área, los bosnios patearon de afuera y Romero respondió. Zabaleta fue más salida y no tanto punta. Di María lució más y hasta Rojo, que si bien pasó menos al ataque, se acopló bien atrás en una defensa que pudo hacer algo más en el gol de de los europeos.

Messi pateó un tiro libre por arriba del arco que fue clave. El regreso a mitad de cancha por la desilusión del estadio lo habrá enojado. Porque en la jugada siguiente, encaró, apiló rivales, descargó con Higuaín -gran cesión de taco-, y Lio ya en el borde del área entro a amagar hasta perfilarse de la mejor manera y acomodar la bocha en un palo para que ingrese en el otro.

Grito, explosión y desahogo, para Lio y para todos. 2 a 0 y el equipo más a gusto en la cancha, ahora como dominador. Era lo que nos sentamos a ver.

Era el umbral de exigencia para un cuarteto de ataque que nos trajo montados en ilusión hasta aquí. Eran los nombres por los que se entusiasmaban hasta los mismos hombres del plantel argentino.

El gol de Bosnia se podría haber evitado. Hubo mala suerte también porque la pelota le rebota a Romero entre una pierna y otra. Pero hay que laburar la salida del que corta el pase, en este caso Zabaleta, porque esa diagonal en los últimos metros es muy difícil de seguir, lo fue para Fernández.

Al final, Argentina podría haber hecho otro gol. Volvió a mostrar carácter para cuidar el resultado y lo ganó. Quedan muchas cosas positivas en este autoconvencimiento del cuerpo técnico y del equipo luego del partido.

Desde hoy mismo hay que trabajar cómo retroceder con los cuatro fantástico cuando el equipo no tiene la pelota. Sincerarse y decir: "Queremos jugar así, incluso sin que importe el rival, bueno, vamo' a hacer este trabajo...". Tomar el pizarrón y ensayar en la práctica el regreso de Agüero, la posición de Messi, el achique de los medios y de la defensa contra un ataque estacionado. Todo eso que trabaja un cuerpo técnico y que el hincha no ve.

Viene un rival para ratificarlo y retomar la confianza que se perdió de repente en este primer tiempo para... recordar mucho, siempre, y fundamentalmente, al salir a jugar el próximo partido.