Las publicaciones póstumas siempre son controversiales. La novela "Nuestro modo de vida" de Fogwill, no escapa a esa lógica. El prólogo adelanta que escritor tomó el impulso para escribir su libro, luego de leer "La luz argentina" escrita por su amigo César Aira. No se trata de un robo ni de un plagio, sino más bien de la extensión de una idea que circuló en la cabeza de Fogwill luego de leer lo que Aira había escrito. Este libro es ahondar en nuestro modo de percepción sobre la percepción previa de un autor que ahora no está, pero del que queremos decodificar qué quiso o intentó hacer. En sus propias palabras, el autor de Pichiciegos dice: “Mi objeto, si se lo alcanza a detectar en la novela, es el límite entre el adentro y el afuera de la obra, como representación del límite entre el adentro y el afuera de la vida humana. No sé si he producido ese objeto u otro. Quizás una próxima novela de Aira nos lo revele”. Algo de esto ocurre y algo de esto intuímos que debe ocurrir. Todas estas palabras tienen que ver con cierta percepción primigenia que se tiene al momento de leer y también al momento de enfrentar las demás ideas que se desprenden de cualquier texto.

Un dato color: la protagonista de la novela se llama igual que la mujer de Aira en la vida real: Rita. Pero más allá de estos datos (que se desprenden a raíz del prólogo y de lo que luego sabemos a través de la nota de los editores) ésta es una novela en la que Fogwill es un Fogwill distinto. Creo que la esencia de algunas formas no cambia y en ese sentido hay un halo poético y de trabajo de las palabras que no escapa a la forma visible que hay de Fogwill en cualquiera de sus libros. Sin embargo, el lector atento advertirá que muchas de las formas literarias de esta novela son previas a un Fogwill consolidado, seguro de sí mismo, de su prosa y —sobre todo— de ese atletismo y de esa destreza en las palabras, en cada palabra, en cada libro.

Son, indudablemente, a las secuelas de la edición, al rastro inevitable de las versiones de un mismo manuscrito, a la falta de solidez que hay en algunos párrafos y, repito, no por la propia estructura del autor, sino por la propia estructura de una edición póstuma, edición que el autor no terminó de definir o completar.
La cuestión central es el modo de vida de sus protagonistas y del contacto exterior e interior de cada uno de los personajes con el afuera que perciben y se permiten vivir. El matrimonio protagonista está compuesto por Fernando y Rita, cada uno es y lleva un modo de vida que se nuclea en el contexto marital, en una casa, un barrio, un lugar de pertenencia y un status determinado. Fernando y Rita se mueven sólidos en lo frívolo y lo estético. Las charlas que mantienen son mundanas e intrascendentes hasta que distintos eventos son ironizados y revertidos como metáfora de nuevas formas y nuevos modos de vida. Toda esta idea es en principio atractiva pero luego hacia el final, cae y pierde peso considerablemente. En esto hago hincapié en la importancia de entender que estamos frente a un libro póstumo, con todo lo que ello implica.

En caso de no haber leído nada de él, no es recomendable empezar por éste o por ninguno de los libros publicados tras su muerte. Definitivamente la esencia de la literatura de este autor reside en todo lo publicado en vida, como debe ocurrir con casi todos los autores. Me refiero entonces a "Cuentos Completos", "Vivir afuera", "Help a él", "Restos Diurnos" o "Los Pichiciegos".

Hay que pensar al libro como una secuencia de imágenes e ideas que para la época en la que fue escrita (1980/1981) fueron innovadoras y modernas. Sin embargo, el paso de los años y del tiempo delata esas cuestiones “novedosas” como comunes y ordinarias. Nadie se sorprende hoy en día de autos automáticos, pantallas, intercomunicadores y recursos tecnológicos  puestos a disposición de cualquier usuario. Todo ese contexto que media entre lo tecnológico, el confort y lo moderno es el contexto de clima de la novela.

El relato se divide a lo largo de 32 capítulos, todos llevan el título de un verbo, una acción: saber, poder, probar, oír, entender o continuar. Esto ocurre en todos, excepto el primero que se llama sabor. Esta distinción —bastante original—es un recurso que se relaciona con lo lúdico porque cada una de estas acciones tiene que ver con la línea de desarrollo de cada capítulo y allí el autor establece un precedente entre lo que efectivamente leemos y la relación (o no) con respecto a su titulación.

Nuestro modo de vida es una buena lectura para pensar en la introspección de cada uno respecto a una pareja, en cómo influyen las decisiones externas, el entorno, el rol social y la mirada del otro, aunque también incita a pensar en aquel monólogo interior que no deja de verse y de ser, incluso cuando todo lo externo empuje hacia otro lado.

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Nuestro modo de vida, Fogwill, Alfaguara, 224 páginas.

Reseña por Angie Pagnotta @AngiePagnotta