Según una investigación realizada en la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres, efectuada por un equipo encabezado por Satoshi Kanazawa, descubrió diferencias significativas en las preferencias del sueño-tiempo entre las personas dependiendo de su coeficiente intelectual.

La investigación concluye en que existe un paralelismo entre las personas que trabajan de noche en labores de carácter intelectual y un mayor coeficiente intelectual; mientras que quienes se acuestan temprano y prefieren hacer sus labores de día, tienen un menor coeficiente intelectual.

Según Kanazawa, nuestros ancestros eran por lo general diurnos, pero el cambio hacia actividades nocturnas fue resultado de una nueva preferencia evolutiva, sobre todo en aquellos tipos de persona un poco más inteligentes, lo que se refleja en un mayor nivel de complejidad cognitiva y una manera de vivir distinta.

Sin embargo, no todo es bueno para los noctámbulos. Las personas que están dispuestas a quedarse hasta tarde son menos fiables y más propensas a sufrir de depresión, adicciones y trastornos de la alimentación, en comparación con los madrugadores que son relativamente más conscientes.