Los demógrafos Rachel Margolis y Mikko Myrskylä realizaron un estudio en Alemania, país que acaba de superar a Japón en la lista de países con la más baja natalidad, con el cual buscaron comprender la diferencia entre el número de hijos que quiere la gente y el número de hijos que tienen.

Con dos hijos como promedio en el deseo, finalmente los alemanes solo engendran un promedio de uno y medio, lo que indicaría que tras dar a luz al primero de los hijos deseados, la mayoría cambia de opinión debido a "la disminución del bienestar después del primer hijo", es decir, por algo que vulgarmente se conoce como "infelicidad".

Los demógrafos le preguntaron a los encuestados sobre su "bienestar en general" en el transcurso de cinco años: tres previos al nacimiento del primogénito y los dos subsecuentes. El resultados fue que la infelicidad no se sintió por completo sino hasta uno o dos años después del nacimiento del hijo, pero cuando se sintió, fue terrible...