No es una sola, sino muchas las referencias de las historia que hablan de personas que, después de ejecutadas, sus cabezas siguieron moviéndose. 

Cuando Charlotte Corday, la asesina del político francés Jean-Paul Marat, fue ejecutada por guillotina en 1793, un hombre llamado François le Gros supuestamente levantó la cabeza y abofeteó ambas mejillas.

Los espectadores afirmaron que la cara de Corday adoptó una expresión de enojo y sus mejillas se sonrojaron. El mito también dice que, la entonces esposa del rey Enrique XVIII de Inglaterra, Ana Bolena, trató de hablar después de ser decapitada.

Esta es la explicación científica. El cerebro y todas las estructuras que dependen de él necesitan oxígeno para funcionar (el cerebro consume 20% de todo el oxígeno utilizado en el cuerpo). Cualquiera que sea la cantidad de oxígeno disponible en la sangre y tejidos después del golpe fatal, seguramente estará allí para ser usado, pero no durará por mucho tiempo.

Por ende, los tejidos o estructuras aún adheridas a la cabeza, como los músculos para abrir y cerrar los ojos o la boca, podrían tener la capacidad para moverse, porque los nervios que suministran esos músculos aún estarían conectados a la fuente de oxígeno.

Fuente: BBC