11 ciudadanos chinos que quedaron atrapados en un ascensor que se descompuso durante el descenso y los llevó hasta el sótano.

Al consiguir forzar las puertas se encontraron con un muro de ladrillos. Uno de los hombres llevaba un martillo, con el que logró hacer un hueco en la pared para buscar una salida.

Cuando la abertura fue lo bastante ancha el más delgado de los presentes se escurrió a través de ella y fue a buscar ayuda.