Ryan Chatfield’s, de 34 años, mandó a volar a su dron para captar unas buenas imágenes de la playa Floreat Beach, en la costa oeste de Australia, cuando el dispositivo comenzó a quedarse sin batería y a descender al agua de a poco en lo que iba a ser una muerte segura.

Pero Ryan no se quedó con los brazos cruzados y corrió 200 metros a toda velocidad, escaló unas piedras y logró agarrar al dron cuando estaba a 30 centímetros de tocar el agua.

“Hace dos semanas que lo tengo y no sé muy bien como calcular el tema de la batería, pensé que todavía me quedaba para hacer algunas tomas. Cuando vi que comenzó a descender salí disparado, el dron me costó 2.000 dólares. Por lo menos vivirá por un día más”, dijo Ryan al portal australiano Perth Now.