Las especulaciones son muchas acerca de qué llevó a esta mujer a sacar su hidrolavadora por el balcón y apuntar el chorro de agua hacia la parrilla donde unos albañiles -que, previsores le pusieron una chapa cubriéndola- preparaban el habitual y siempre tentador asado de obra.

Algunos apuntaban a que le molestaba el humo -a pesar de la distancia prudencial que tenía con la parrilla-, otros señalaban que el ruido que genera una obra le había alterado los ánimos, y otros apostaban por una vegana radical que no soportaba el olor de la carne.